24 octubre, 2018, Por: CCMSS
En la Sierra Juárez las personas tienen un profundo respeto por Benito Juárez y por el bosque. La comunidad de Teococuilco de Marcos Pérez, por ejemplo, que desde el nombre hacer referencia a uno de los maestros de Benito, pues nació en ese territorio, además de sentir un gran orgullo por estos personajes, sabe que el bosque es fundamental para su vida. “El bosque nos da alimento, empleo, ingresos, aire, agua y es nuestro hogar”, exalta José Matías Acevedo, presidente del comisariado de bienes comunales de Teococuilco.
Esta comunidad lleva 35 años manejando y aprovechando su bosque. “Desde que las comunidades se unieron para que el gobierno dejara de concesionar nuestros recursos naturales a las empresas la gente empezó a cuidar el monte”, comenta.
En esta comunidad zapoteca el aprovechamiento forestal genera 200 empleos, prácticamente toda la comunidad se viene a trabajar. Además, cuentan con un aserradero que genera otros 12 empleos y un centro ecoturístico administrado por 14 mujeres.
Por su manejo ejemplar del bosque, la comunidad de Teocuilco está certificada bajo el estándar internacional de Forest Stewardship Council (FSC), lo cual quiere decir que cumple con todo el marco legal, emplea técnicas de bajo impacto en el aprovechamiento del bosque y conserva la biodiversidad que alberga el ecosistema.
A pesar de llevar más de 30 años manejando su bosque y de contar con una certificación vigente de manejo forestal con reconocimiento internacional, la comunidad de Teocuilco lleva más de seis meses sin trabajar su bosque, porque la Semarnat no le ha autorizado su nuevo plan de manejo. “La gente tiene seis meses sin poder trabajar, y esto es un fuerte golpe para la economía de toda la comunidad”, lamenta Matías Acevedo.
A mediados de 2018 terminó su última anualidad de su plan de manejo forestal autorizado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Y aunque desde inicios de 2017 comenzaron la elaboración de su nuevo plan de manejo y sus trámites para evitar que su operación se retrasara con el proceso de dictaminación y autorización de la Semarnat, las cosas no salieron como ellos habían planeado: hasta este momento, octubre de 2018, la dependencia aún no autoriza su nuevo plan de aprovechamiento forestal.
El presidente del comisariado no sabe por qué la Semarnat no ha emitido la autorización de su plan de manejo “si no tiene faltas ni errores”. La dependencia solo les ha dicho que ya se encuentra en proceso de firmas, pero así llevan varios meses.
Las demoras en la dictaminación de los planes de manejo forestal y en la emisión de las autorizaciones de aprovechamiento forestal en las delegaciones estatales de la Semarnat son frecuentes en muchas entidades del país.
El presidente del consejo de vigilancia de Teococuilco, Antonio Miguel Paz, comenta que la gente está desesperada porque no puede trabajar a pesar de que la comunidad no ha tenido ningún incumplimiento en el manejo y aprovechamiento de su bosque. “No sabemos entonces para qué sirve estar certificado, deberíamos tener algún privilegio por el buen desempeño en el manejo forestal, como que nos autoricen nuestro plan de manejo en tiempo y forma”.
“En esta comunidad la gente tenía que migrar en busca de oportunidades de empleo, pero con el aprovechamiento forestal se comenzaron a generar puestos de trabajo, nuestra gente ya puede quedarse en la comunidad”, sin embargo, este tipo de retrasos en la expedición de su autorización de su plan de manejo pone en aprietos a las familias.
Además de los jornales que se les pagan a los trabajadores, el 30 por ciento de las utilidades que se obtienen de la comercialización de la madera se destinan a obra social de la comunidad, es decir, se financian las fiestas patronales, los servicios médicos, la educación, el alumbrado público, los servicios de comunicación, entre otros.
El otro 70 por ciento de las utilidades se reinvierte en el bosque: reforestaciones, aclareos, chaponeos, apertura de brechas, mantenimiento de caminos, vigilancia, limpieza y acomodo del monte.
La comunidad cuenta con un territorio de 13 mil hectáreas de las cuales 5 mil se encuentran dentro de su plan de manejo forestal. Es esta última anualidad tuvieron una autorización para aprovechar 9 mil 300 metros cúbicos de madera, principalmente pino, y un poco de encino y madroño. Estas últimas especies tienen poco mercado, así que generalmente se utilizan como leña para los hogares de las familias de la comunidad.
Teococuilco ha trabajado mucho en la diversificación productiva a fin de generar más empleos e ingresos para la comunidad. Entre sus proyectos está la construcción de tres hornos de barro para la elaboración de carbón vegetal, para aprovechar los volúmenes autorizados de encino y madroño. La elaboración y venta del carbón serán atendidos por las mujeres de la comunidad, como ya ocurre con el vivero.
Las mujeres y los jóvenes tienen un margen restringido de participación en la toma de decisiones y en los proyectos productivos en las regiones forestales, sin embargo, en Teococuilco, las autoridades del comisariado de bienes comunales, así como la asamblea, les están abriendo las puertas.
En el caso de los jóvenes, el comisariado los invita a participar, en sus periodos de vacaciones, en las actividades del aprovechamiento forestal. Así, además de capacitarse, obtienen ingresos y se familiarizan con el manejo forestal. “La comunidad también los apoya para que puedan estudiar y que más adelante apoyen a la comunidad en todos los trabajos”, resalta el presidente del comisariado de bienes comunales.
“A diferencia de otras comunidades y ejidos, aquí procuramos que las mujeres puedan emplearse, porque todos necesitamos un ingreso para nuestras familias. El proyecto ecoturístico lo gestionan puras mujeres. Ellas atienden a los visitantes de las cabañas y la cascada, el restaurante y la tienda”, explica.
Así como todos gozan de los beneficios de las empresas comunitarias, todos tienen que participar en los tequios y asumiendo cargos en la administración de la comunidad. Los cargos del comisariado de bienes comunales y de gestión de las empresas comunitarias tienen un periodo de un año y medio. “Asumir un cargo es complicado, tienes que destinarle gran parte de tu tiempo y poner recursos de tu bolsa para realizar las funciones que te corresponden, pero vale la pena, lo hacemos por la comunidad”, asegura Matías Acevedo.
Fotografías: Cecilia Candelaria