Para las familias campesinas mexicanas, el café es el segundo cultivo más importante después de la milpa, pues es el producto que les permite contar con recursos económicos, explica Armando Bartra, profesor investigador de la UAM Xochimilco y director de La jornada del campo.
Mientras los productos de la milpa garantizan la alimentación de los pequeños campesinos y sus familias, el café les asegura que podrán adquirir medicinas, uniformes y combustibles, entre otros productos.
Se estima que en nuestro país hay alrededor de medio millón de pequeños productores de café. Su café es de buena calidad y tiene todas las cualidades para competir en los mercados internacionales. Los productores de café se concentran en el sur-sureste de nuestro país.
El café se produce principalmente en 12 entidades: Chiapas (35.4%), Oaxaca (20.5%) y Veracruz (17.7%). Estas tres entidades suman 73.6% de la producción nacional. Le siguen Querétaro, Michoacán y Morelos; en el resto de las entidades su presencia es menor.
Este sector ha enfrentado graves problemas en años recientes: además de políticas públicas erráticas, fenómenos como la plaga de la roya y los eventos asociados al cambio climático han hecho que la productividad de los cafetales caiga: mientras en el año 2000 la productividad de los cafetos era de 2.79 toneladas por hectárea, para el año 2016 era de apenas 1.28 ton/ha, a lo que se agregan los precios bajos en los mercados internacionales.
Por fortuna, los pequeños productores de café están organizados y juntos han enfrentado las crisis de la política pública, del mercado internacional y las crisis climáticas. Hoy, en el marco de esta nueva administración, es fundamental una política que los apoye de manera decidida para continuar produciendo un buen café de sombra, que les permita vivir dignamente, enfatiza Bartra.