Estos bosques, que conllevan un enorme valor ambiental, social y económico, están amenazados y mermados por la tala ilegal que realizan grupos criminales. Sin embargo, hay muchas regiones bien conservadas gracias al trabajo de manejo y aprovechamiento que realizan las comunidades locales e indígenas que habitan las partes altas de las cuencas. Este es el caso de Caborachi.
El ejido Caborachi, del municipio de Guachochi en Chihuahua, es un claro ejemplo de ello y es un referente para los ejidos vecinos. De hecho, es la única comunidad instructora en la región. Cada año viajan representantes de ejidos y comunidades forestales de todo el país a su territorio para aprender sobre las experiencias positivas de organización y manejo sostenible del bosque.
Este ejido, que cuenta con la certificación internacional del Forest Stewardship Council (FSC) en manejo forestal, gracias al cumplimiento de todos los lineamientos nacionales e internacionales en el manejo y aprovechamiento de sus recursos naturales, cuenta con una extensión de 27 mil 900 hectáreas, de las cuales 17 mil se encuentran dentro de su plan de manejo forestal y 6 mil están destinadas a la conservación.
Para Caborachi, que cuenta con una población mayoritariamente indígena rarámuri el cuidado del bosque es fundamental, “es nuestra fuente de alimento y de vida. Por eso cuando aprovechamos algo del bosque lo hacemos con todos los cuidados posibles y cada año reforestamos más de 80 mil árboles”, resalta Estanislao Rubí Aguirre, presidente del comisariado ejidal.
Añade que es muy importante que el ejido aproveche y maneje el bosque para generar trabajo para la gente y para conservarlo. “El bosque es la base de la alimentación de nuestra gente, por eso lo manejamos con mucho cuidado”.
Explica que “nuestro bosque no está en riesgo de degradación y no se va a acabar porque siempre que hacemos aprovechamiento reforestamos alrededor de 80 mil pinos nuevos, le damos tratamientos como aclareos, podas, brechas cortafuegos, mantenimiento de caminos, contamos con cuadrillas de vigilancia contra incendios y tenemos Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación”.
Actualmente se encuentran en un proceso de certificar, con la Comisión Nacional de Áreas naturales Protegidas, un polígono de 819 hectáreas destinadas a la conservación por su alto valor ecológico y ambiental.
El presidente del comisariado, quien es indígena rarámuri, detalla que “nosotros tenemos bastantes áreas de bosque que nunca se han tocado, son áreas vírgenes, ahí crecen los animales y especies de flora muy importantes. Es una reserva que tenemos el compromiso y responsabilidad de cuidar”.
El ejido Caborachi se compone de 421 ejidatarios de los cuales 387 son hombre y 87 mujeres, quienes gracias al aprovechamiento forestal y la industria de transformación de la madera con la que cuentan, reciben cada año más de 10 mil pesos en utilidades que les permiten completar su ingreso. Además, tienen la oportunidad de trabajar en los más de 272 puestos de trabajo que se generan con el aprovechamiento del bosque.
En el ejido se generan alrededor de cien puestos de trabajo con las actividades de aprovechamiento forestal en el monte y otros 170 empleos en la industria de la transformación de la madera. En ambas áreas trabajan hombres y mujeres.
Estanislao Rubí plantea que “con el manejo forestal la gente sí puede vivir bien, así ya no tiene que emigrar, no deja a su familia y come mejor en su tierra, por eso es muy importante generar opciones de empleo al interior del ejido y esto nos los permite el manejo del bosque”.
La industria de la transformación de la madera en Caborachi permite obtener mejores ingresos provenientes de la venta de la madera y una parte de esos recursos se ocupa en inversiones para el mejoramiento de la infraestructura del ejido, para sufragar gastos de la escuela-albergue en la que se les da hospedaje y alimentación a niñas y niños de la zona. Además, se les da un sueldo anual a los ejidatarios en retribución por sus derechos agrarios.
“En el ejido tenemos una organización sólida, la conformación del ejido es de 80 por ciento de indígenas rarámuris y el resto son mestizos, pero eso no representa ningún problema, todos somos iguales, en el comisariado somos tanto indígenas como mestizos. Todos somos humanos así que para mí no ha y distinción. Todos jalamos parejo”, destaca el presidente del comisariado ejidal.
“Para mí ser indígena es muy importante, porque son mis raíces y me dan orgullo, sin embargo, tanto los indígenas como los mestizos tenemos que trabajar por igual”.
Es muy importante para el ejido Caborachi contribuir con la conservación de las tradiciones y la cultura rarámuri, y la empresa forestal aporta recursos para la realización de eventos culturales.
La participación de las mujeres en todas las actividades productivas del ejido es muy importante, tienen las puertas abiertas. “Las mujeres son muy responsables con su trabajo, siguen siempre las normas y reglamentos de trabajo, tienen muchas habilidades y nos aportan mucho”, dice Estanislao.
Por eso, el ejido está trabajando en concretar un proyecto de procesamiento de astilla de madera que este liderado y conformado por mujeres. El ingreso que ellas obtienen lo destinan siempre en su gran mayoría a sus hogares y eso beneficia mucho al desarrollo de sus hijos.
Aunque en la asamblea ejidal las mujeres tienen una representación minoritaria, su participación en la industria forestal y en los trabajos del monte está abierta. “No hacemos ninguna diferenciación ni en las actividades ni en el salario, todos jalamos parejo”, reitera Estanislao Rubí Aguirre.
Igual de importante es para el ejido la participación de los jóvenes, porque ellos tienen otras ideas, son muy dinámicos. A varios sí les interesa seguir en el ejido y en las actividades del manejo forestal porque ven que si hay oportunidades y que se pueden preparar.
En Caborachi los jóvenes han propiciado la incorporación de nuevas tecnologías para una administración de la empresa forestal más eficiente; además, contribuyen en otros proyectos como el inventario taxonómico del ejido, el monitoreo de fauna, agua y suelo, entre otros.
Para José Ricardo Egüis Portillo, un joven de 24 años e ingeniero forestal, que forma parte del equipo de prestadores de servicios técnicos del ejido Caborachi, la participación de los jóvenes en las actividades forestales aporta un plus en la incorporación de nuevas soluciones.
Ricardo es el encargado, entre otras cosas, de operar un software desarrollado por él y sus compañeros para llevar a cabo un monitoreo y evaluación del impacto social de las actividades de manejo forestal en el ejido. “Es muy importante para Caborachi saber si estas actividades, empleos, proyectos que se llevan a cabo repercuten de forma positiva en el bienestar de la gente. Además, con la certificación del FSC es un requisito que debemos cumplir, pero nos sirve para muchas otras cosas más, por ejemplo, para la toma de decisiones del ejido en las asambleas”.
El equipo que presta los servicios técnicos forestales al ejido Caborachi para la correcta implementación de su programa de manejo forestal ha tenido gran impacto, y esto se debe en gran parte al compromiso del director técnico, el ingeniero Edgar Chaparro Aguirre, quien es originario del ejido.
Explica que “los prestadores de servicios técnicos trabajamos para el ejido y no al revés, lo que se necesita es que nosotros seamos un aliado para que las comunidades puedan alcanzar sus objetivos a través del manejo forestal sustentable. Tenemos que propiciar que se conserven sus recursos forestales y que puedan aprovecharlos para hacerse de ingresos que les permitan vivir bien”.
Como proveedores de un servicio al ejido, tienen que rendir cuentas ante el comisariado ejidal y la asamblea. Demostrar que están dando resultados. Para Edgar es muy importante ir mas allá de solo llevar a cabo las actividades de marqueo, extracción y transformación de la madera; su objetivo es consolidar la empresa forestal comunitaria de Caborachi y avanzar en la diversificación productiva que les permita obtener menores ingresos y abrir más puestos de trabajo para la gente.
Lamenta que haya tantos obstáculos para que una comunidad y ejido puedan manejar y aprovechar su bosque; entre esos obstáculos identifica la excesiva carga regulatoria, la carga fiscal y la falta de mejoras mercados que reconozcan el trabajo y productos que generan los ejidos y comunidades.
Las comunidades forestales inviertan una buena proporción de las utilidades que obtienen por la venta de su madera en obras y proyectos sociales al interior de sus territorios. Por ejemplo, financian clínicas, escuelas, festivales, ofrecen becas, servicios de salud, comunicaciones, alumbrado caminos entre otras actividades, pero estos gastos no les son deducibles y tienen que pagar las mismas tasas de impuestos que una empresa privada, cuando en realidad estos emprendimientos sociales persiguen otros fines, como la apertura de puestos de trabajo y el bienestar social, no solo las utilidades.
Hacia adelante, Edgar Chaparro indica que el ejido Caborachi “está trabajando en consolidad un proyecto ecoturístico, en incrementar su capacidad de hospedaje para recibir a más visitantes, en avanzar en la cadena productiva y de transformación de la madera para darle un mayor valor agregado y generar más fuentes de empleo, que es el mandato central del presidente del comisariado ejidal”.
El asesor técnico reflexiona que el manejo y aprovechamiento del bosque es una muy buena estrategia para vivir bien en las comunidades y conservar los recursos forestales en el largo plazo, con una buena organización, profesionalismo y compromiso, así como un mejor marco regulatorio estos proyectos se pueden consolidar.