12 agosto, 2020
Más de 10 mil familias dedicadas a la extracción de resina en el estado de Michoacán se han quedado sin su principal fuente de ingresos a partir de la crisis económica ocasionado por la pandemia del covid-19, dieron a conocer en conferencia las comunidades indígenas de Cherán y Patamban y las organizaciones civiles Resiliencia y Desarrollo Comunitario, Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Aplicada, Red Mocaf Michoacán y el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.
Debido a la parálisis económica de numerosas actividades, las 18 industrias del estado de Michoacán que procesan esta materia prima, de las cuales cuatro son empresas comunitarias, detuvieron su operación y dejaron de comprarle a los productores.
La parálisis y la consiguiente ruptura de la cadena de valor asociada a la misma impacta directamente a alrededor de 50 mil personas de las regiones forestales de la entidad que han perdido su principal fuente de ingresos.
En la cadena de suministro de la resina el primer eslabón lo componen los recolectores, que son alrededor de 10 mil familias. Un 40 por ciento de ellas se ubican en la región oriente de Michoacán, en los municipios de Hidalgo, Tuxpan, Jungapeo, Aporo, Tuzantla, Angangueo, Susupuato, Zitácuaro y Senguio; otras 3 mil familias habitan en la región centro y 3 mil familias más en la Meseta Purépecha.
Es importante mencionar que la gran mayoría de quienes se dedican a la recolección de resina son personas avecindadas, es decir, no son dueños de la tierra, sino que aprovechan y colectan la resina a través de diversos acuerdos con los dueños de los territorios, sean ejidos, comunidades o bien bosques pertenecientes a entes privados. En ese sentido, su condición es de mayor vulnerabilidad.
“Un productor de resina obtiene, en promedio, 50 mil pesos anuales por su cosecha y este ingreso es fundamental para satisfacer una canasta básica alimentaria, pero ahora que no hay mercado para su producto vivirán serios problemas de pobreza alimentaria”, comenta Juan Manuel Barrera, especialista del sector forestal y director ejecutivo de la organización Resiliencia y Desarrollo Comunitario, quien explica que en los 100 años de historia de esta actividad productiva en Michoacán -donde se genera el 90% de la producción nacional de resina de pino-, no se había presentado una situación de crisis como la de hoy. “Nunca había pasado que las industrias dejaran de comprar a los resineros, pero con sus industrias paradas y la falta de pedidos de las industrias químicas, de cosméticos y alimentos, todo se detuvo. Lo peor es que “esta crisis no se va a resolver, al menos, hasta el próximo año, y, ¿mientras qué van a hacer las familias cuyos únicos ingresos dependen de esta actividad?”.
Riesgos latentes
Además de la perdida de medios de vida y la crisis por falta de alimentos, la situación que enfrentan hoy las familias recolectoras de resina tiene graves implicaciones también para los bosques de la región y para las comunidades. Entre esas implicaciones destacamos algunas:
Ante esta situación, 31 ejidos y comunidades y cuatro organizaciones civiles solicitaron al gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, un programa decidido para enfrentar la emergencia de los resineros y para relanzar y fortalecer a las empresas sociales resineras de la entidad. Los expositores destacaron que en las instituciones del gobierno federal, como la Conafor, hay presupuesto limitados para esta actividad, que es muy importante para el bosque y los productores de Michoacán, pues genera más de 10 mil empleos.
Para mayor información, contactar a: Gerardo Suárez: [email protected] y Cecilia Navarro: [email protected]