Autores: Edward Alan Ellis, Irving Uriel Hernández Gómez, David Chacón Castillo
Año de publicación: 2023
País: México
Idiomas: Español
Editorial: CCMSS AC
La Selva Maya de la Península de Yucatán es de gran importancia biocultural para el planeta. Comprende poco más de nueve millones de hectáreas en los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán. Alberga una gran riqueza de flora y fauna, así como comunidades de la cultura Maya que por siglos han convivido con ella. La selva es el sustento de su agricultura y les provee de múltiples productos maderables y no maderables necesarios para lograr su bienestar y desenvolver su economía local en el marco de sus tradiciones. En escalas nacional y global, la selva de la Península representa un bastión para la conservación de la biodiversidad y una efectiva ayuda en la mitigación del cambio climático por su capacidad de capturar y almacenar gases de efecto invernadero.
En los últimos años se han dado grandes transformaciones en el paisaje de la Península, pues ha sido escenario de la ampliación de la frontera agropecuaria del país, punto de atracción turística nacional e internacional y región de crecimiento económico y urbano. Los cambios en el uso del suelo y la pérdida de recursos forestales han sido acompañados de la privatización de las tierras y de desplazamientos de usos tradicionales y comunitarios de la selva. Adicionalmente, los procesos de deforestación, antagónicos con la cultura Maya y el uso sustentable de los recursos naturales, han desembocado en conflictos socioambientales.
Para comprender la dinámica de los cambios en el uso del suelo es preciso distinguir los impulsores directos o causas directas de los impulsores subyacentes o causas indirectas. Los primeros suelen ser más evidentes que los segundos, y éstos reflejan una compleja interrelación de factores ambientales, socioeconómicos, institucionales, políticos y culturales que con frecuencia son ignorados en las políticas y los programas de desarrollo en México.
Una estrategia eficaz para conciliar la conservación de los bosques y selvas con el desarrollo económico local es el manejo forestal comunitario. Hay casos exitosos en Quintana Roo, Campeche, Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Chihuahua…
Incorporar la conservación biológica en la normatividad mexicana en todos los niveles puede llevar a que las secretarías y dependencias gubernamentales la tomen en cuenta en lugar de delegar toda la responsabilidad en este campo a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y otras entidades afines.
Establecer indicadores clave, como tasas de crecimiento, conexión de la vegetación, biomasa forestal, etcétera, es crucial en el monitoreo de las actividades que cambian el uso del suelo, seguimiento indispensable para frenar la degradación de los bosques y las selvas nacionales.