20 marzo, 2016, Por: Sergio Madrid Zubirán
A escasas dos semanas del asesinato de la dirigente ambientalista hondureña Berta Cáceres, y a una semana del asesinato de Nelson García, también defensor del medio ambiente en Honduras, el pasado miércoles fue asesinado Walter Méndez, de la ACOFOP en Guatemala.
La Asociación de Comunidades Forestales del Petén, Acofop, a la que pertenecía Walter, es una organización creada por las comunidades indígenas del Petén, hace más de 20 años, para proteger y manejar la selva de una de las reservas más importante de Guatemala y de Centro América, la Reserva de la Biósfera Maya. Esta reserva tiene cerca de dos millones de hectáreas de selva tropical de altísima diversidad biológica e importancia arqueológica. Al final de la década de 1980 el gobierno Guatemalteco impulsó un ambicioso sistema nacional de áreas naturales protegidas, y las comunidades indígenas del Petén pelearon por hacer respetar sus derechos sobre el territorio, y lograron establecer un sistema de conservación y desarrollo basado en el buen manejo de los recursos forestales, estableciendo un modelo de aprovechamiento sostenible que se ha convertido en un modelo mundial que a la vez conserva los valores del bosque y proporciona ingresos y medios de vida para las comunidades que habitan en el territorio. Cerca de quinientas mil hectáreas de la Reserva de la Biósfera Maya cuentan con la certificación de buen manejo forestal del Forestry Stewarship Council (FSC, la certificación independiente de buen manejo más importante del mundo), y recientemente han obtenido también la certificación VCS por la captura de millones de toneladas de carbono derivada del buen manejo forestal, lo que permitirá a las comunidades acceder a recursos internacionales por contribuir muy significativamente a combatir el cambio climático. Muchos estudios han demostrado que el manejo de la selva que hacen las comunidades agrupadas en la ACOFOP ha reducido la deforestación de manera muy significativa, y se ha demostrado que la deforestación en las áreas no manejadas que rodean la zona bajo aprovechamiento, sufren tasas de deforestación hasta veinte veces mayores que lo que ocurre dentro de la zona manejada por las comunidades.
Sin embargo, estas medidas de conservación basada en el buen manejo de la selva enfrentan severas barreras y amenazas, una de las más graves es la construcción de grandes embalses y presas para la generación eléctrica, que modifican muy profundamente la dinámica hidrológica, destruyendo las condiciones necesarias para la existencia misma de la selva.
Es por eso que las organizaciones indígenas se han opuesto sistemáticamente a la construcción de represas y mega proyectos hidro eléctricos en la zona del Usumacinta, pero estas represas representan intereses de grandes compañías constructoras y sectores poderosos dentro del gobierno. Por esto es que las comunidades se agruparon en el Frente Petenero contra las Represas, para oponerse a la construcción de esta infraestructura que consideran una seria amenaza para su territorio. Es en este contexto en el que se asesina a líderes y se imponen proyectos. En este justo momento la Comisión Federal de Electricidad construye otra inmensa presa en el Río Usumacinta, que sin duda tendrá impacto no sólo sobre la selva maya del lado mexicano, sino precisamente sobre la Reserva de la Biósfera Maya, por cuya defensa fue asesinado Walter Méndez esta misma semana.
Raúl Benet / CCMSS / 19 de marzo 2016