29 abril, 2017, Por: Gerardo Suárez
El Salvador acaba de protagonizar una decisión histórica y ejemplar. Las fuerzas políticas de este país, tradicionalmente antagónicas, se unieron a favor de una causa que nos concierne a todos: la preservación del medioambiente y los recursos naturales. La decisión, por cierto, también hizo coincidir a organizaciones civiles, la academia e incluso la iglesia católica; es decir, el país cerró filas a favor del bien común.
Hace unos días legisladores salvadoreños aprobaron unánimemente (69 votos a favor y cero en contra) la prohibición de la minería metálica en este país. La decisión marca un cambio radical en las políticas públicas de este país frente a la minería metálica, la cual apenas hace veinte años, en 1996, fue impulsada desde el propio congreso, a partir de lo cual se otorgaron más de 30 licencias de explotación. Pero no solo eso, sino que esta prohibición representa un acto ejemplar para el resto de países latinoamericanos, y del mundo, a favor de un nuevo y urgente paradigma: privilegiar el cuidado del medioambiente por sobre los intereses económicos de las trasnacionales.
Recordemos que El Salvador, a pesar de ocupar un territorio bastante pequeño, es un país rico en plata y oro. Sin embargo, también es el país que registra, de acuerdo con la ONU, el mayor deterioro ambiental de la región, solo detrás de Haití.
La minería se ha convertido en uno de los principales enemigos de los recursos naturales y la biodiversidad alrededor del mundo; las actividades de exploración y explotación implícitas en esta actividad amenazan multilateralmente el entorno: remoción de cubierta vegetal, contaminación de acuíferos y ríos, y generación de gran cantidad de deshechos contaminantes, entre otras.
Los países en desarrollo generalmente padecen marcos legales vulnerables ante los intereses de compañías trasnacionales dedicadas a la explotación de recursos naturales. Por esta razón, en las últimas décadas se han visto particularmente afectados por industrias como la minera. En el caso de México, por ejemplo, una buena parte de la superficie que ocupan las Áreas Naturales Protegidas, está concesionada a mineras.
Por lo anterior eso es que esta decisión de El Salvador resulta tan significativa, pues se convierte así en el primer país del mundo en prohibir toda concesión minera de extracción de metales, y con ello fija un precedente, verdaderamente inspirador, para que otras naciones consideren políticas similares. A fin de cuentas, y como advirtió el legislador de este país Johnny Wright Sol, se trata de un “triunfo del agua sobre el oro”, lo cual resume el nuevo paradigma que habrá de regir las políticas de las próximas décadas alrededor del mundo.
Imagen: (CNS photo/Oscar Rivera, EPA)