Durango es el estado de la Republica que encabeza la lista de producción forestal con alrededor de 2 millones de metros cúbicos de madera anuales. Aunque para muchos la imagen de Durango sea la de una entidad desértica llena de alacranes, cuenta una superficie forestal de 10.5 millones de hectáreas; posee bosques altamente productivos que han sido bien manejados por los ejidos y comunidades que son dueños de esos territorios forestales.
Pareciera que en Durango las cosas son muy distintas en materia forestal con respecto al resto del país. Es el estado con mayor producción de madera de pino, con mayor superficie forestal certificada por sus buenas prácticas de manejo y aprovechamiento, y cuenta con el mayor número de empresas ejidales forestales y al parecer esto ha generado bienestar entre la población; muchos comisariados ejidales y técnicos forestales indican que el manejo del bosque es una opción viable para mejorar las condiciones de vida de la población local y que el esquema regulatorio o burocrático no es mayor problema para emprender sus proyectos productivos.
“La clave es la organización y jalar todos parejo”, asegura Raúl Barraza Armstrong, presidente de la Confederación de Productores Forestales de Durango. “En Durango los productores ejidales, comunitarios, los pequeños propietarios, los técnicos y los empresarios estamos muy unidos y hemos logrado muchas cosas”, resalta.
Explica que la Confederación que preside surgió de esa necesitad de organización. Actualmente estamos integrados por las 13 uniones regionales de manejo forestal en las que se divide el estado, tenemos presencia en toda la entidad, incluso en la zona del semi-desierto, porque ahí también hay productores que se dedican al manejo de lechuguilla y sotol.
Para que el sector forestal se reactive en el país, plantea Raúl que “necesitamos cambiar la cultura del ejidatario, convencerlos de que hay que invertir. Cuando reciben el dinero que les corresponde por las utilidades de la venta de la madera en sus ejidos o comunidades que lo inviertan y no lo gasten nada más. Tienen que avanzar en darle valor agregado a la madera, para ello necesitan desarrollar sus propias industrias”.
Añade que en el país “necesitamos mejores políticas publicas y mayor presupuesto para el sector forestal, porque aparte de ser productores de madera somos productores de agua. Necesitamos lograr un mejor reconocimiento de la labor que desempeñamos al manejar y conservar los bosques”.
Un claro ejemplo de ello, precisa el presidente de la Confederación de Productores Forestales de Durango, es que “sin el trabajo de manejo de los bosques de Durango, en Culiacán, Sinaloa, no tendrían agua y no sería el imperio tomatero que es ahora. Los agricultores de Sinaloa, que son potencia productora y exportadora de hortalizas y granos, no podrían hacerlo sin el agua que se capta en los bosques de Durango”.
Refiere que los productores forestales no reciben la compensación adecuada por su esfuerzo por la conservación y manejo sustentable de los bosques que permite la recarga de los mantos acuíferos que escurren hasta los campos agrícolas de Sinaloa y además coadyuvan a que “los bosques provean otros servicios ambientales de calidad, como la captura de carbono, purificación del aire, o la belleza del paisaje”.
Don Raúl, como le conocen en la región, sugiere que “deberían cobrarles a los usuarios del agua para la agricultura en Sinaloa una pequeña cantidad en los recibos del agua y que ese dinero se fuera a un fondo para los silvicultores de Durango, y así en cada cuenca del país. Los bosques y la gente que los maneja y conserva deben recibir los beneficios apropiados para seguir haciendo estas actividades de manejo y conservación. En la zona de La Laguna, Coahuila, ya se está haciendo un fideicomiso y ha funcionado bien”, detalla.
Por otra parte, admite que la inseguridad es un obstáculo para los ejidos y comunidades forestales. “Desgraciadamente si la hay (inseguridad), tenemos que ser claros de que la hay y se da principalmente en la zona boscosa, en las quebradas. De hecho, los últimos incendios que se han originado tienen que ver con la gente que genera la inseguridad. Debido a que hacen incendios para generar claros en el monte para sembrar las cosas de su actividad en la parte baja; los incendios escalan y los combatientes comunitarios no pueden hacer nada apagar el fuego porque no los dejan pasar y mejor ni moverle”.
Con respecto a la reciente modificación de la Ley general de Desarrollo Forestal Sustentable, dice que “realmente no hay mucha diferencia con la ley que tenemos vigente, aunque si vienen varios beneficios porque se libran algunos candados que nos impedían operar como productores forestales”. Pero más allá de las leyes, subraya, lo que necesitamos es que se cumplan esas leyes, “si no por muy buenas leyes que tengamos de nada sirven si no hacemos que se respeten”.
Debemos trabajar de forma balanceada entre las distintas actividades, como el ganado, la agricultura y el aprovechamiento forestal, para que no se erosionen los suelos y se mantengan los recursos y así le estamos haciendo acá en Durango. Somos el estado más productor y con bosques en muy buen estado, concluye.