11 noviembre, 2017, Por: Gerardo Suárez
En el municipio de José María Morelos, Quintana Roo, una cooperativa de productores de miel trabaja para mantener la selva en pie y preservar una actividad productiva que les fue legada por sus antepasados mayas. Sin embargo, esta actividad se encuentra amenazada por el cambio de uso de suelo, debido a la ganadería extensiva y a la agricultura industrial que emplea grandes cantidades de pesticidas y agroquímicos y, en algunas ocasiones, semillas transgénicas; situación que pudiera derivar en la pérdida de los mercados de exportación de la miel si ésta se contamina con polen proveniente de cultivos transgénicos.
“La apicultura es una actividad que permite a nuestras familias vivir dignamente. Es un oficio que nos heredaron nuestros padres y abuelos, además nos permite cuidar la selva y a las abejas, que son muy importantes para la polinización de los cultivos y el equilibrio de los ecosistemas”, resalta Marcelo Cham Moo, apicultor del ejido Siete Gatos.
Marcelo, como muchos otros apicultores de la Cooperativa U Lool Che, de la cual es socio, aprendió de sus padres a manejar las abejas para producir miel. Creció viendo cómo se hacía, pero fue hasta hace 4 años cuando decidió dedicarse de lleno a la apicultura. Al día de hoy cuenta con 250 colmenas y es uno de los mayores productores de la cooperativa.
Explica que “es mucho mejor trabajar de forma colectiva, porque si uno quiere vender solo, por su parte, no va a lograr buenos precios y los insumos salen más caros. Por eso es mejor trabajar en la Cooperativa, porque ahí también intercambiamos conocimientos y técnicas para el manejo. Nos ofrecen capacitaciones y nos pagan un mejor precio por nuestra miel”.
Pedro David Camal, secretario y encargado administrativo de la Cooperativa U Lool Che, detalla que “la organización agremia a 117 productores apícolas de 30 ejidos del municipio de José María Morelos, Quintana Roo”.
Comenta que la cooperativa se conformó, de manera formal, hace dos años y fue con la intención de “poder comercializar la miel a un mejor precio y poder adquirir insumos a precios más competitivos para los socios, así como recibir capacitaciones para la calidad y productividad de los apicultores socios”.
Actualmente, U Lool Che se encuentra en un proceso de consolidación, ha podido sortear diversos obstáculos de organización, financiamiento y mercado. Sin embargo, la producción de miel ha sido muy mala en los últimos años y los precios de venta no se recuperan, en 2016 el precio de la miel decayó hasta en un 30 por ciento. Muchas veces los productores piden insumos y capacitaciones mayores a las que se les pueden dar, pero ahora estamos haciendo todo lo posible por fortalecernos”, señala Pedro Camal.
El Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, a través de Programa de Apoyo a la Gestión Comunitaria del Territorio (PAGET) en la Península de Yucatán, ha fortalecido a la cooperativa U Lool Che a lo largo de un proceso integral, trabajando en el desarrollo de capacidades administrativas, de organización interna y de incorporación de prácticas de transparencia y rendición de cuentas. Además de haberle facilitado una herramienta poderosa para el acopio de la miel al inicio de la temporada de cosecha. La Cooperativa cuenta con su propio fondo revolvente para el acopio, facilitándole, en este sentido, negociar el precio de venta de la miel con las empresas y exportadores.
Asimismo, como parte de su Iniciativa Nuevos Actores y Diversificación Productiva, el Consejo Civil, en acuerdo con la Cooperativa, decidieron impulsar un piloto de inclusión en la cadena de valor de la miel administrada por las Cooperativa, estableciendo un taller de estampado de láminas de cera que ha sido gestionado por un grupo de siete jóvenes (mujeres y hombres). “El taller de estampado de cera es una respuesta a una necesidad de los socios, porque requieren de este insumo para sus colmenas y lo deben traer a José María Morelos desde Mérida, Yucatán”, indica Pedro Camal.
Además de brindar este servicio a los socios de la Cooperativa, los jóvenes participan en capacitaciones técnicas sobre la producción apícola y en programas de formación humana. La meta del piloto de inclusión es que puedan convertirse en apicultores orgánicos y ser socios reconocidos de U Lool Che.
Itzel Anaí Gómez Briseño, una joven del ejido El Naranjal que forma parte del colectivo de jóvenes del taller de estampado, destaca que “es muy importante que se abran este tipo de oportunidades para los jóvenes, porque de esta forma no se pierde el conocimiento de esta actividad y no tienen que emigrar a otros lados”.
“A mí me gusta mucho formar parte del proyecto porque siempre es bueno aprender cosas y que mejor que un oficio como la apicultura, del cual puedes obtener ingresos y generas más beneficios como el cuidado de las abejas y la selva”, subraya.
Itzel explica que “aunque apenas estoy aprendiendo el manejo de las abejas, es una motivación para mí, porque yo no me relacionaba mucho con la apicultura, a pesar de que mis padres son apicultores, pero ahora que ya tengo mi propio apiario, tenemos más cosas en común. Además, mi bebé de 4 años ya quiere que lo lleve con las abejas, dice que esas son sus abejas, la apicultura nos conecta más como familia”.
Asimismo, Rafael Belmon, un joven de 19 años, quien también forma parte del taller de estampado en cera, ya cuenta con 14 colmenas y es uno de los más comprometidos con la apicultura. “Quiero ser apicultor y dedicarme a trabajar al campo. Es mejor estar cerca de mi familia que en la Riviera Maya, porque allá es mucha presión y los sueldos son muy bajos. Creo que con la apicultura y la agricultura se puede vivir muy bien”, plantea entusiasmado.
Uno de los principales retos que enfrentan los pequeños productores es la inserción en mercados que paguen un precio justo por sus productos. En el caso de la miel, la Península de Yucatán se caracteriza por ser la región con una mayor producción y exportación de este producto, gracias a su excelente calidad y condiciones ambientales favorables para la apicultura.
La miel es un producto muy codiciado en la región, pero si un pequeño productor no forma parte de un grupo organizado de apicultores le es muy complicado obtener un pago justo por su producción y se convierte en la justificación perfecta para los “coyotes”, es decir, redes de compradores que se dedican al acopio de miel pagando precios bajos para poder abastecer a las grandes empresas comercializadoras de miel convencional, principalmente.
Puesto que los apicultores requieren de capital para poder llevar a cabo sus labores de manejo y cosecha de la miel, recurren a los “coyotes” para solventar las presiones económicas a lo largo del proceso productivo. De manera alternativa, cada vez más los apicultores buscan esquemas asociativos que les faciliten producir más y mejor, a través de capacitaciones y financiamiento, y acceder a mejores precios de venta por su producción de mil.
Habiendo padecido estar en el abismo de la comercialización de la miel convencional, la cooperativa U Lool Che concluyó que la diferenciación de su producción como “miel orgánica” era una vía para transitar hacia la sostenibilidad de su organización de apicultores. Por lo anterior, U Lool Che, con la facilitación del Consejo Civil, se acercó a una de las organizaciones de apicultores más icónica y exitosa de la Península de Yucatán: EDUCE Cooperativa, quienes agremian alrededor de mil productores apícolas que trabajan organizados bajo un esquema certificado de producción orgánica y que comercializan su miel directamente con clientes europeos.
EDUCE Sociedad Cooperativa, promueve la organización de los pequeños productores apícolas de la Península de Yucatán, proporcionando servicios de capacitación, asistencia técnica y asesoría, en torno a la certificación orgánica y el comercio justo y en concordancia con su enfoque de desarrollo local acordó asistir a U Lool Che para transitar a un esquema de producción orgánica y de esta forma mejorar las prácticas productivas y obtener mejores ingresos por la comercialización de su miel.
En una primera etapa, 48 de los 117 apicultores de U Lool Che decidieron transitar el camino de la producción orgánica. “Muchas de las cosas que se tienen que hacer para que la miel sea considerada orgánica ya las hacíamos, porque yo no uso químicos, ni pintura, mi apiario está en medio de la selva y lo chapeo sin químico”, resalta José Yerbes Palomo, apicultor del ejido Plan de la Noria Poniente y socio de U Lool Che.
El señor José fue el apicultor con mayor producción de miel orgánica de la cooperativa este año, produjo alrededor de 2 toneladas. “A pesar del mal tiempo que nos ha impedido producir más miel, porque han sido muy secos estos últimos tres años, creo que lo mejor es no usar químico porque con esas sustancias se afecta el monte, las abejas y la gente”, relata.
Además, refiere José, conviene ser orgánico porque la miel se vende a un mejor precio, aunque también se requiere hacer más trabajos de cuidado y limpieza de las colmenas.
Los apicultores que decidieron integrarse a este proceso de producción orgánica recibirán este año un pago remanente de cinco pesos por cada kilo vendido. Ya que “nosotros vendimos la miel a un precio base de 40 pesos a EDUCE y ellos, luego de llevar a cabo las operaciones de comercialización, obtuvieron un precio por encima de los 40 pesos, ese excedente se le pagará directamente al productor”, puntualiza Pedro Camal.
Confía en que este tipo de incentivos en el precio de la miel sea un aliciente para que el próximo año los demás apicultores socios de U Lool Che decidan producir de forma orgánica, “por eso estamos brindando capacitaciones y facilidades de insumos y materiales para la producción, para que transiten a este modelo”, puntualiza.
El administrador de U Lool Che subraya que “este tipo de alianzas estratégicas son muy importantes para el desarrollo de los colectivos de apicultores, aprendemos de toda la experiencia que tienen organizaciones consolidadas como EDUCE Cooperativa y nos permite acceder a mejores mercados, al tiempo de comprometernos a mejorar la calidad de nuestra miel”.
La apicultura es una actividad altamente dependiente del ambiente. “Dependemos de la selva, la lluvia y la floración para producir. La parte productiva es inestable, por el factor clima. En 2017 proyectamos que acopiaríamos 137 toneladas, pero por sequía y plagas apenas se pudieron acopiar 40 toneladas”, lamenta Pedro Camal, administrador de U Lool Che.
En Quintana Roo han padecido los últimos tres años por la sequía, muchos productores perdieron apiarios completos, porque no tenían ni la práctica ni los recursos para alimentar a sus colmenas. Sin embargo, en condiciones normales un apicultor puede capitalizarse con una buena producción para crecer de nuevo sus colmenas. Pedro David Camal apunta que “si a eso sumamos la implementación de mejores prácticas productivas se puede incrementar, al menos, un 20 por ciento la productividad de los apicultores anualmente”.
Por eso es muy importante que los apicultores estén bien capacitados y empleen buenas prácticas de manejo, que sepan alimentar a las abejas, que limpien sus apiarios para evitar las plagas como el escarabajo o la hormiga. “Cuando se llevan a cabo buenas prácticas y se trabaja regularmente en el apiario, casi no pegan las plagas y las abejas producen más. Así no hay necesidad de emplear ningún químico”, asegura el señor José Yerves.
“Lo que me preocupa, y a muchos compañeros -remarca José-, son los transgénicos y los proyectos que quieren tirar el monte para poner placas solares y turbinas eólicas. La gente luego se deja comprar por poco dinero para que se autoricen esos proyectos y a la mera hora es que ven la afectación que generan esos transgénicos y los demontes”. Abunda que “mucha gente no cree que los proyectos lleguen al ejido, y cuando se enteran ya es muy tarde, porque a los ejidos no nos vienen a dar esa información. Este es otro beneficio de estar organizados, porque también nos enteramos de las cosas que nos pueden poner en riesgo y podemos juntarnos para defendernos”.
En varias regiones de la Península de Yucatán hay conflictos en litigio por el avance de megaproyectos energéticos, desarrollos turísticos, la expansión de la agricultura industrial y la ganadería extensiva; todos estas, principales causantes de la deforestación en la región, ponen en el más grave peligro un sustento fundamental de miles de familias, la mayoría de ellas indígenas mayas, que por generaciones se han abocado a la conservación activa de sus territorios.