Doña Leti, como le dicen quienes la conocen, es ejidataria desde el año 2009, cargo que heredó luego del fallecimiento de su esposo. “Yo quería tener un cargo para ver cómo se manejan las cosas en el ejido y así aprender. Y me dieron la oportunidad”, dice. Hace casi cuatro años que forma parte de un equipo integrado por dos mujeres que ocupan los cargos de tesorera y secretaria y un hombre que ocupa la presidencia, sus suplentes también son un equipo conformado por mujeres y hombres. Antes de tener este cargo, ella participaba como ejidataria y participaba en los grupos que trabajan en el monte.
La Asamblea ejidal de San Miguel Tenextepec está conformada actualmente por 37 mujeres y 103 hombres.
Con el paso de los años, doña Leti ha observado algunos cambios en su comunidad; por ejemplo, antes solo los hombres hacían trabajos en el monte pero ahora cada vez más mujeres suben al monte y desempeña las mismas tareas. Ahora las mujeres puedan ocupar cargos en la mesa ejidal, lo que es totalmente nuevo. “De niña yo veía que solo los hombres participaban y ellos mismos decidían y de unos años para acá, las mujeres hemos hecho valer nuestro derecho”, agrega.
Gracias a las exigencias de las mujeres, en el año 2016 se vuelve a reformar la Ley Agraria para mandatar que las asambleas se integren por no más del sesenta por ciento de candidatos de un mismo género.[1]
Sobre las diferencias en la participación entre mujeres y hombres en las asambleas, doña Leti comenta que los hombres tienen más confianza en sí mismos y que todavía hay algunos que piensan que lo que digan las mujeres no vale. Esto ha creado una grave subordinación femenina, ya que aunque han ganado espacios de representación, su participación se mantiene pasiva ante la voz de los hombres, por lo que pocas veces pueden influir en la toma de decisiones.[2]
Antes, cuando había pocas mujeres en las asambleas, les daba pena opinar, pero ahora como cada vez son más, entre todas se apoyan cuando proponen algo o cuando opinan. “Eso a algunos hombres no les gusta mucho, pero cada vez más hacemos valer nuestros derechos. Si nosotras decimos algo es porque creemos que es bueno, aunque algunos hombres aún quieren que solo su opinión cuente” agrega.
En un futuro no muy lejano, doña Leti ve una mesa ejidal conformada por mujeres en su totalidad. De hecho, algunos de los ejidos vecinos ya cuentan desde hace algunos años con presidentas ejidales. “Ya que estuve yo en el cargo me di cuenta de que no es difícil, solo es disponer del tiempo y organizarse; es algo muy bonito porque permite darnos cuenta de lo que tenemos y de lo que pasa en el ejido. A mí sí me gustaría seguir y, si se pudiera, ser algún día comisariada”.
Los cargos en el ejido no son difíciles, pero sí requieren estar disponibles todo el tiempo. “Yo, aunque tuviera marido podría hacerlo sin problema, el marido no debe ser una traba para hacer las cosas. Las mujeres que piensan que no se pueden tener estos cargos porque tienen marido, yo les digo que sí se puede, es cuestión de apoyarse entre los dos.”
Durante su gestión, que está a punto de terminar, doña Leti promovió las capacitaciones para mujeres en diversos oficios; desafortunadamente con la pandemia, las capacitaciones se detuvieron. Sin embargo, piensa retomarlas en el futuro, aunque ya no sea parte de la administración del ejido. Doña Leti concluye alentando a las mujeres de su ejido y de otros ejidos para participar en los cargos sin miedo: “Yo que no tuve estudios, no se me hizo difícil, ahora las siguientes generaciones de mujeres que vengan lo pueden hacer mejor porque ya tienen estudios” concluye.
[1] Ley Agraria, Artículo 37.
[2] FAO, ¿Qué es la gobernanza forestal? http://www.fao.org/sustainable-forest-management/toolbox/modules/forest-governance/basic-knowledge/es/