2 febrero, 2015, Por: Sergio Madrid Zubirán
La Secretaría de Hacienda anunció “una revisión a la estructura del gasto público” para romper con la “base inercial” que guía la elaboración del Presupuesto de Egresos de la Federación. Ésta puede ser una gran oportunidad para romper con la inercia regresiva y asistencialista de gran parte del presupuesto para el campo y empezar a invertir en el desarrollo rural sustentable del país. Deberá también aprovecharse esta oportunidad para operar con mayor transparencia y claridad, cancelando la inercia hacia la opacidad que caracteriza el presupuesto forestal. Se abre también una ocasión para que el Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable haga honor a su nombre y sea producto de la integración de la política hacia el campo.
Hasta ahora, el presupuesto destinado al campo mexicano ha estado marcado por la concentración de los recursos en el norte del país y por el hecho de que los pequeños productores del sur quedan marginados, en comparación con los propietarios de las grandes agroindustrias en Sinaloa, Sonora, Coahuila y Chihuahua. La situación llega a tal extremo que se ha llegado a afirmar que México “subsidia la desigualdad”. El anuncio del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, abre la puerta para romper esta inercia y promover que el gasto público apueste por los pequeños productores y la agricultura familiar. Esto generaría las condiciones para que el campo de todas las regiones del país aumente su productividad y los campesinos y productores nacionales mejoren sus condiciones de vida.
También hay que tomar en cuenta que, hoy por hoy, la porción del Presupuesto de Egresos que sí alcanza a los productores más pobres está marcada por un fuerte sesgo asistencialista. La revisión y modificación de la orientación del gasto público debería permitir que los subsidios y erogaciones de los sectores agropecuario y ambiental se conviertan en verdaderas inversiones para avanzar hacia el desarrollo sustentable del país.
Éste es también el caso del sector forestal en específico. Gran parte del gasto a cargo de la Comisión Nacional Forestal se destina a trabajos de reforestación que generan empleos temporales pero no opciones económicas de largo plazo, y a la conservación pasiva de los bosques con esquemas que no generan alternativas productivas y sustentables para la población ni garantizan la conservación a largo plazo de los recursos naturales. La promesa de Videgaray de emprender una reingeniería del gasto público debería llevar a que se invierta en desarrollo en lugar de financiar el estado actual de las cosas.
Otra oportunidad que se presenta con este borrón y cuenta nueva que propone la Secretaría de Hacienda es la de iniciar una nueva etapa en la que el Presupuesto de Egresos se asigne y ejerza con plena transparencia. En el caso de la Comisión Nacional Forestal, por ejemplo, el presupuesto que aprueba el Congreso para subsidios, viene concentrado en tres grandes rubros y no se desagregan las diferentes categorías de apoyos, de tal forma que al día de hoy la sociedad civil no puede saber cómo se realizará el gasto y cuales son las prioridades dentro del sectro forestal. Ésta es una ocasión para corregir esta situación y hacer transparente el presupuesto forestal.
El nuevo presupuesto podrá servir también para corregir la inercia dispersa que marca el gasto del gobierno mexicano en el campo y generar políticas integradas y coherentes. Hasta ahora, a pesar de que hay un Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable, éste no es realmente concurrente, y está marcado por la sectorialización, la duplicidad y la contradicción. Rehacer desde cero el presupuesto de egresos permitirá buscar una mayor coordinación entre políticas de distintas dependencias.