Manejo forestal comunitario, clave para hacer frente al cambio climático


9 noviembre, 2021, Por:

Manejo forestal comunitario, clave para hacer frente al cambio climático

  • México está ante la oportunidad de revalorar las labores comunitarias de manejo y conservación de los bosques.
  • Invertir en fortalecimiento del manejo comunitario genera beneficios ambientales y sociales para toda la sociedad.
  • El debilitamiento de las instituciones ambientales abre la puerta a la pérdida de bosques.

México tiene mucho que aportar al mundo en materia de manejo y conservación de bosques para hacer frente al cambio climático. El modelo de manejo forestal comunitario, que realizan comunidades, ejidos y pueblos indígenas de nuestro país ha permitido asegurar la conservación de los bosques y selvas; generar bienestar para quienes habitan y manejan los bosques y enriquecer la enorme diversidad biológica que alberga el territorio nacional.

Los ecosistemas forestales absorben el 27.4 por ciento de las emisiones totales de CO2 equivalente del país, de acuerdo con el más reciente Inventario Nacional de Emisiones a 2019[1]. Esta capacidad de absorción es significativa, ya que equivale a las emisiones totales de todo el sector de autotransporte, que genera 136 millones de toneladas de CO2 y del sector industrial, que aporta otros 74 millones de toneladas de CO2 equivalente.

Aunque los pueblos originarios del país han manejado y conservado sus territorios a lo largo de siglos, desde hace más de 40 años más de 2 mil 300 ejidos y comunidades han logrado consolidar sus iniciativas de manejo y aprovechamiento forestal sustentable[2]. Las empresas forestales comunitarias además de asegurar la conservación de los ecosistemas permiten la provisión de servicios ambientales de calidad y la generación de ingresos y empleos en esas localidades.

Bosque de la Comunidad de Teococuilco de Marcos Pérez, Sierra Juárez, Oaxaca.

El modelo de manejo forestal comunitario ya se ha exportado a otros países como Guatemala, Colombia y el sudeste asiático, en donde han logrado muy buenos resultados en sus procesos de manejo y conservación. Sin embargo, en México ha perdido fuerza e interés y esto se ve claramente reflejado en las políticas públicas y presupuestos que las distintas administraciones federales y estatales destinan al fortalecimiento de este esquema colectivo de manejo de los recursos naturales.

En el periodo de 2010 a 2017, la Comisión Nacional Forestal (Conafor), encargada de fomentar el manejo, conservación y aprovechamiento de los ecosistemas forestales, ejerció un presupuesto promedio anual de 4 mil 375 millones de pesos,[3] y en 2021 su presupuesto fue de apenas 2 mil 762 millones de pesos, lo cual representa una reducción de más del 35%.

Además, de acuerdo con análisis del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, más del 70% de los recursos de la Conafor se destinan a actividades de conservación pasiva y solo un 23% a actividades de fomento del manejo forestal comunitario. Estas acciones de recorte presupuestario y orientación de las políticas para el sector forestal han propiciado un estancamiento en la producción y mermado el desarrollo de las iniciativas comunitarias de manejo forestal.

Es importante mencionar que el gobierno federal decidió centrar todo su interés en el programa Sembrando Vida, que ejerce un presupuesto 20 veces mayor al de la Conafor y cuya finalidad es lograr la reforestación de un millón de hectáreas con árboles frutales y maderables, pero sin ninguna articulación con la política forestal, a pesar de que tienen objetivos en común como la restauración de predios degradados.

Sin esta articulación se desaprovecha toda la experiencia y el conocimiento de las comunidades y ejidos forestales que han manejado y conservado sus bosques con excelentes resultados a lo largo de muchas décadas.

Producción de planta para trabajos de reforestación en el Ejido La Selva, Huayacocotla, Veracruz.

No solo se ha reducido el presupuesto de la Conafor, el sector ambiental en su conjunto ha padecido recortes presupuestarios extremos que lo han obligado a adelgazar al mínimo su personal y capacidad operativa. Esta falta de presencia de las instituciones en las regiones forestales abre la puerta al cambio de uso de suelo para el establecimiento de proyectos de producción agroindustrial, desarrollos turísticos e inmobiliarios. Asimismo, propicia la entrada de grupos criminales y el clandestinaje de madera, que no solo deterioran los ecosistemas forestales, sino que dejan en la indefensión a las comunidades y ejidos que manejan estos territorios.

Con esto, el compromiso de México ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) de lograr la tasa cero de deforestación se ve lejos de cumplirse. De acuerdo con el documento de la FAO sobre la Evaluación de los recursos forestales mundiales 2020 el país perdió más de 1.25 millones de hectáreas de bosques en la pasada década (de 2010 a 2020).[4]

México se sumó a la Declaración de los líderes de Glasgow sobre los bosques y el uso de la tierra[5] en el marco de la COP26 que se celebra en el Reino Unido, documento que alienta a los países signatarios a:

  1. Conservar los bosques y otros ecosistemas terrestres y acelerar su restauración.
  2. Facilitar políticas de comercio y desarrollo, a nivel internacional y nacional, que promuevan el desarrollo sostenible y la producción y el consumo sostenibles de productos básicos, que redunden en beneficio mutuo de los países y que no impulsen la deforestación y la degradación de la tierra.
  3. Reducir la vulnerabilidad, generar resiliencia y mejorar los medios de vida rurales, incluso mediante el empoderamiento de las comunidades, el desarrollo de una agricultura rentable y sostenible y el reconocimiento de los múltiples valores de los bosques, reconociendo al mismo tiempo los derechos de los pueblos indígenas, así como de las comunidades locales, de conformidad con las normas pertinentes. legislación nacional e instrumentos internacionales, según corresponda.
  4. Implementar y, si es necesario, rediseñar políticas y programas agrícolas para incentivar la agricultura sostenible, promover la seguridad alimentaria y beneficiar al medio ambiente.
  5. Reafirmar los compromisos financieros internacionales y aumentar significativamente la financiación y la inversión de una amplia variedad de fuentes públicas y privadas, mejorando al mismo tiempo su eficacia y accesibilidad, para permitir la agricultura sostenible, la ordenación forestal sostenible, la conservación y restauración de bosques y el apoyo a los pueblos indígenas y las comunidades locales.
  6. Facilitar la alineación de los flujos financieros con los objetivos internacionales para revertir la pérdida y degradación de los bosques, al tiempo que se garantiza la implementación de políticas y sistemas sólidos para acelerar la transición hacia una economía que sea resiliente y promueva los bosques, el uso sostenible de la tierra, la biodiversidad y los objetivos climáticos.

Este compromiso es una nueva oportunidad para revalorar la imprescindible labor de manejo y conservación de los bosques y la biodiversidad que albergan por parte de los pueblos indígenas, las comunidades y ejidos de nuestro país.

Productores de carbón vegetal en el Ejido San Felipe oriente, Quintana Roo.

México es un país eminentemente forestal; cuenta con más de 130 millones de hectáreas de cobertura forestal (bosques, selvas, matorrales y otros ecosistemas forestales), y más del 60% de esos territorios son propiedad de ejidos y comunidades. Con una política forestal decidida, bien estructurada y articulada, con presupuestos suficientes, acompañamiento técnico en todos los eslabones de la cadena productiva, se podría incrementar considerablemente el volumen de absorción de CO2, incrementar la producción forestal -que actualmente presenta un déficit de más de 70% del consumo interno, que representa un monto de 6 mil 530 millones de dólares-[6] y mejorar las condiciones de vida de la población que habita las regiones forestales a través de la generación de empleos.

El fortalecimiento de la gobernanza de los núcleos agrarios permitiría, también, hacer frente a la enorme presión que enfrentan los bosques: avance de la frontera agropecuaria, minería, desarrollo urbano y megaproyectos turísticos.

Referencias:


[1] INECC. (2021). Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero México 2019. Disponible en: https://www.gob.mx/inecc/documentos/investigaciones-2018-2013-en-materia-de-mitigacion-del-cambio-climatico.

[2] CCMSS. (2021). Comunidades y Bosques en México. Disponible en: https://comunidadesybosques.6k4.b95.myftpupload.com.

[3] CCMSS. (2018) Subsidios forestales sin rumbo. Disponible en: https://www.6k4.b95.myftpupload.com/wp-content/uploads/Subsidios-forestales-sin-rumbo_2010_2017.pdf.

[4] FAO, Evaluación de los recursos forestales mundiales 2020. Disponible en: https://www.fao.org/documents/card/es/c/ca9825es.

[5] COP26. (2021). Declaración de líderes de Glasgow sobre los bosques y el uso de la tierra. Disponible en: https://ukcop26.org/glasgow-leaders-declaration-on-forests-and-land-use/.

[6] CCMSS. (2021). La producción forestal en México a lo largo del tiempo: avances y retrocesos. Disponible en: https://www.6k4.b95.myftpupload.com/wp-content/uploads/2021_10_ProduccionForestal_final.pdf.

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