31 marzo, 2023, Por: Patricio Eleisegui
El desastre que se palpa, transita y padece en el territorio tuvo confirmación oficial. Y en un contexto en el que se multiplican las resistencias ante el avance –impulso gubernamental mediante– del extractivismo ambiental en la península yucateca. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) finalmente dio a conocer los resultados de una serie de monitoreos que, llevados a cabo en Yucatán durante el último trimestre de 2022, tuvieron como objetivo determinar el impacto ambiental que provoca el entramado de mega factorías de cerdos que operan en el estado.
La dependencia reconoce 507 granjas –desde mega factorías a producciones de traspatio o auto consumo– operativas y distribuidas entre 87 municipios del estado. Los datos informados por el organismo develan un escenario de ecocidio con posibilidades de irreversible si no se le pone un alto inmediato –y de duración permanente– al modelo de mega factorías que predomina en Yucatán.
Y eso a modo de inicio, dado que la misma Secretaría en más de un caso relevado recomendó de forma directa una reducción veloz de las capacidades instaladas.
La concreción de estos estudios llegó como consecuencia del aluvión de pedidos de intervención elevados ante la Semarnat por distintas comunidades mayas que, desde hace casi dos décadas, sufren la contaminación que generan las granjas de producción intensiva de carne de cerdo. Si bien la dependencia reconoció que actuó a instancias de estos pedidos, su accionar también se interpreta como un movimiento alineado con una intención del gobierno federal de marcar presencia en Yucatán. Y generar contrapesos sociopolíticos en un contexto regional amenazante por la imposición de megaproyectos promovidos desde presidencia como el Tren Maya y el Corredor Transístmico.
Las conclusiones de las mediciones, catastróficas por donde se las mire, fueron expuestas por María Luisa Albores, titular de la Secretaría, y expertos del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) y del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), a través de una presentación vía Zoom que se transmitió durante la tarde del lunes 27 de marzo.
Una información de interés es que dos de las fuentes de información de las que se abasteció Semarnat para efectuar su indagación técnica y científica fueron Grupo Porcícola Mexicano y la Asociación Local de Porcicultores.
De Grupo Porcícola Mexicano, en tanto, basta decir que es dueño absoluto de Kekén, la compañía que monopoliza el negocio de producción de carne de cerdo que ocurre en el estado. En una investigación reciente publicada en nuestra plataforma Jaltun, informamos que la firma reconoce 53 granjas propias y más de 100 instalaciones de aparceros que la abastecen y a través de los cuales Kekén diluye y dispersa su responsabilidad ambiental.
En el inicio de la presentación de resultados, la Secretaría expuso a la eutrofización del agua en superficie como uno de los primeros problemas que generan estas mega factorías.
La eutrofización refiere a la contaminación del recurso hídrico a partir de concentraciones excesivas de nitrógeno y fósforo provenientes de las excretas de los cerdos. Este elevado volumen de minerales genera una proliferación de algas que termina por consumir todo el oxígeno presente en el agua y hace del líquido un espacio letal para las especies acuáticas.
La carga de nitrógeno y fósforo llega a los pozos y cenotes del estado a través de procesos de lixiviación y escorrentía que aprovechan la porosidad del suelo kárstico de la Península para llegar al estrato subterráneo.
En tanto parte del panel que expuso las conclusiones del monitoreo, Adrián Pedroza Acuña, experto del IMTA, expresó: “Vemos muy claramente la incidencia de las granjas porcinas en la presencia de nitrógeno amoniacal en este tren de flujo (hídrico). Es claramente identificable e irrefutable que la presencia de granjas porcinas está generando una mayor concentración de nitrógeno en el flujo subterráneo de la zona (de cenotes) al sur de Mérida”.
“Lo mismo ocurre en la zona este de Mérida. En ese tren de cenotes también registramos que el nitrógeno amoniacal (concentrado) rebasa los límites del máximo permisible”, dijo.
Para luego destacar: “Primera conclusión irrefutable: sólo ver los cenotes aledaños a las granjas porcinas nos indica una presencia de nitrógeno amoniacal y fósforo asociable a esas mismas granjas. Una presencia que rebasa los límites permisibles establecidos en la norma. En algunas granjas (la concentración) es incluso hasta 10 veces mayor a esos límites”.
Semarnat aportó otro dato que refleja el desastre ambiental que tiene lugar en Yucatán: más de la mitad –26– de los municipios donde se desarrolla actividad porcina intensiva –un total de 51– posee niveles críticos de contaminación del agua. Mientras que otros 4 ostentan la condición de “atención urgente”.
Asimismo, la Secretaría señaló que la densidad de cerdos por hectárea que presentan gran parte de los distritos que conforman el estado rompe los parámetros globales y destierra cualquier idea de sustentabilidad. Es más: la dependencia incluso expresó la necesidad de reducir de forma urgente la cantidad de ejemplares en al menos tres municipios. Siempre según Semarnat, el límite “sustentable” que maneja la industria a nivel planeta es 1 cerdo por hectárea. Estados Unidos, Italia y Francia fueron algunos de los países referidos como ejemplos a seguir aunque, vale señalarlo, la naturaleza kárstica del suelo yucateco implica una permeabilidad superior a la del resto de las geografías contempladas.
“En Muna, Conkal y Cacalchén tenemos que empezar a reducir la cantidad de cerdos por hectárea. Y no emitir más permisos para la instalación de granjas en esos tres municipios. Muna es el que está en una situación más crítica, con 4,3 cerdos por hectárea”, precisó Pedroza Acuña.
El experto instó a vetar, también, la entrega de permisos para nuevas radicaciones en Muxupip, Mérida y Kanasín. “Precisamente en Kanasín y Mérida no deben otorgarse más permisos dada la alta densidad de población (humana), que llega a más de 11 habitantes por hectárea”, dijo.
Por último, el panel de Semarnat se refirió al impacto negativo de las mega factorías en la calidad del aire, la deforestación feroz que promueven estos actores y la contaminación del suelo que generan Kekén y sus socios.
“El amoníaco en el aire exacerba las enfermedades respiratorias, sobre todo en los trabajadores agrícolas. Pero también afecta a los residentes que viven cerca de las granjas y los animales presentes en zonas selváticas. Las granjas son responsables de la eutrofización del agua por exceso de nutrientes y la acidificación del suelo. El ácido sulfhídrico, al formar dióxido de azufre, estará relacionado con la mortandad de la población (humana)”, se indicó.
Por otra parte, en los resultados divulgados también se brindaron detalles de la pérdida de superficie arbórea que vienen promoviendo las mega factorías en sus zonas de emplazamiento. En Kinchil, por ejemplo, el área donde están emplazadas las instalaciones de Kekén presenta una pérdida de vegetación del orden del 77,8 por ciento en lo correspondiente a selva baja y un 17,8 por ciento de selva media.
“Identificamos que las (mega) granjas realizan una dispersión de las excretas líquidas a través de sistemas de aspersores. Nos dimos a la tarea de evaluar la presencia de algunos iones y metales en los suelos de esas zonas. Identificamos altas concentraciones de amonio, nitratos y fosfatos en suelos y lodos de excretas semisólidas. Y también presencia de cobre, hierro y zinc”, detalló el panel de Semarnat.
“¿A qué nos llevan estas conclusiones? A que hay uso de medicamentos para que los cerdos no tengan procesos diarreicos y crezcan, tengan una mayor cantidad de masa. El amonio en los cuerpos de agua está relacionado con el mismo amonio y nitrato que encontramos en suelos y lodos. Los suelos están sobre fertilizados y se está ocasionando pérdida de calidad”, concluyó.
Un punto negativo a resaltar del trabajo de SEMANART está en la omisión de municipios como Izamal o Chapab en el mapa de los territorios perjudicados por el sistema económico que encabezan Kekén y sus socios. En el distrito de Izamal se ubica Sitilpech, población maya que sufre la contaminación del agua por efecto de una mega granja que reúne a casi 50,000 cerdos.
Las y los vecinos de esa comunidad son protagonistas de una resistencia popular que en semanas recientes no ha hecho más que recibir un combo fatídico de represión policial y persecución judicial por parte de las autoridades de Yucatán.
Los resultados de los testeos de la Secretaría vuelven a sacar a relucir una verdad que es drama cotidiano en las comunidades mayas, que acumulan años exigiendo soluciones ambientales y el respeto de derechos largamente vulnerados.
La contaminación se hace drama sanitario y pérdida de soberanía alimentaria a partir de un esquema de producción cuyo funcionamiento se basa en la utilización hasta el agotamiento de todo lo que reúne el territorio de Yucatán: agua, selva, animales, cultivos, personas.
El modelo tal como existe oculta una promesa de extinción que ya se pronuncia en voz alta en varios de los municipios que sobreviven a las mega factorías. Las pruebas, los datos, el número preciso, las confirmaciones técnicas y científicas: todo está disponible. La pregunta es qué harán quienes toman las decisiones políticas y jurídicas con los resultados aportados ahora por SEMANART, incluyendo a la misma Secretaría. Y si, en todo caso, cambiarán la predisposición suicida de profundizar una calamidad siempre en expansión y que se pretende permanente.