8 marzo, 2021, Por: CCMSS
En la asamblea, máxima autoridad de ejidos y comunidades y espacio donde se toman todas las decisiones de manera colectiva, participan únicamente los titulares de derechos agrarios, que en su gran mayoría son hombres; menos del 30 por ciento de los titulares de derechos agrarios son mujeres, condición que limita su participación en la toma de decisiones y su acceso a la tierra.
Para enfrentar esta condición de desigualdad en los núcleos agrarios, en el año 2017 se modificó el art. 37 de la Ley Agraria, a fin de establecer que “las candidaturas a puestos de elección que integran el comisariado ejidal y el consejo de vigilancia deberán integrarse por no más del sesenta por ciento de candidatos de un mismo género, pudiendo aspirar a cualquiera de los puestos indistintamente. Para las comisiones y secretarios auxiliares con que cuenta el comisariado ejidal, se procurará la integración de las mujeres”. Si bien este cambio ha permitido incrementar la participación de las mujeres en cargos de representación de comunidades y ejidos, la brecha para garantizar la participación igualitaria de las mujeres aún es muy grande.
De acuerdo con el análisis del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible sobre los datos del Registro Agrario Nacional (RAN) que documentan la participación de las mujeres en la integración de los comisariados ejidales, así como en los consejos de vigilancia, solo el 21 por ciento de estos cargos son ocupados por mujeres.
En 2016 las mujeres ocupaban el 11 por ciento de los cargos de representación y, a partir de la reforma a la Ley Agraria de 2017, se duplicó su participación en los siguientes tres años; sin embargo, la tendencia en los datos indica que el incremento se ha estancado.
En las comunidades, las mujeres tienen una participación más limitada que en los ejidos en los cargos de representación, ya que solo ocupan el 17 por ciento de los puestos.
Los comisariados ejidales y comunales están integrados por los siguientes cargos: presidencia, secretaría y tesorería; mientras que en los consejos de vigilancia los cargos son: presidencia, primera y segunda secretarías.
Si se revisa cargo por cargo la conformación de los comisariados ejidales en 2020, solo 7.8 por ciento de los ejidos con comisariados vigentes tienen una presidenta; mientras que en las comunidades solo 5.6 por ciento de mujeres ocupan la presidencia.
Tabla 1. Mujeres que ocupan el cargo de la presidencia del comisariado ejidal.
En lo que se refiere a los cargos en los consejos de vigilancia, en los ejidos las mujeres ocupan el 7.8 por ciento de las presidencias y en las comunidades la cifra es de 6.7 por ciento.
En el 2020 los estados con el mayor número de mujeres en la presidencia del comisariado ejidal fueron: Chiapas, con 68; Tamaulipas, con 68; Sonora, con 55; Michoacán, con 54 y Veracruz, con 52.
Tabla 2. Mujeres que ocupan algún cargo en órganos de representación en los núcleos agrarios.
Tabla 3. Mujeres que ocupan el cargo de la presidencia del comisariado de bienes comunales
Las cifras evidencian que aún hay una brecha de género muy amplia que se debe cerrar y que demanda la generación de nuevos mecanismos de promoción de la participación en la toma de decisiones y de mayores oportunidades de acceso y titularidad de la tierra para las mujeres.
De acuerdo con el Programa Estratégico 2021-2024 del Registro Nacional Agrario, las ejidatarias representan el 25.2% del padrón; las comuneras, el 29.3%; las posesionarias, el 28.9%, y las avecindadas el 31.6%.
El hecho de que las mujeres rurales no sean titulares del derecho a la tierra, no solo limita su participación política en las asambleas, sino que también limita su acceso a programas gubernamentales relacionados con la provisión de recursos para infraestructura o con el pago por servicios ambientales y el apoyo al manejo forestal comunitario, entre otros. También limita su acceso a créditos y apoyos financieros para actividades agropecuarias y forestales.
Una propuesta ante la baja proporción de mujeres propietarias de la tierra en los ejidos y comunidades es la titularidad conjunta. De acuerdo con Vázquez (2015), este mecanismo permitiría que ambos cónyuges representen a la familia y puedan administrar los bienes, protegiendo a las mujeres ante la viudez, la separación o el divorcio.
Otras propuestas se han orientado a generar programas de apoyos gubernamentales dirigidos a fortalecer las iniciativas de grupos de mujeres en el sector rural. Así, la Conafor cuenta actualmente con la modalidad de apoyo llamada “MFCCV.6.3 Proyectos Productivos Forestales para Mujeres”. Sin embargo, en 2020 solamente se apoyaron 12 proyectos de esa modalidad con una asignación de 15.7 millones de pesos. Eso representa solamente el 1.15% de todos los recursos del programa de apoyos forestales.
En el CCMSS, hemos desarrollado diversas iniciativas en las regiones forestales para impulsar la participación de las mujeres en las iniciativas comunitarias.
En la Cuenca de Amanalco-Valle de Bravo impulsamos y acompañamos diversos proyectos de trabajo territorial liderados por las mujeres. Entre esos proyectos están la Granja Alegre, que promueve la comercialización y consumo de alimentos campesinos, y el proyecto de animadoras campesinas, que a través de comunidades de aprendizaje promueve la agricultura orgánica entre las comunidades de la cuenca.
En la Península de Yucatán impulsamos una Estrategia de Inclusión y Participación de Jóvenes y Mujeres (EIPA), que busca generar espacios de participación y de inserción productiva para mujeres y jóvenes en escenarios rurales de la región, a fin de fomentar la gestión social e inclusiva de los recursos naturales y el territorio, aunque esas mujeres y jóvenes no formen parte de la estructura ejidal.
En la EIPA, trabajamos para que mujeres y jóvenes reconozcan sus habilidades y conocimientos y desarrollen otras capacidades, aumenten su autoestima, solucionen problemas y desarrollen la autogestión, a través de la ejecución de actividades productivas y comerciales y acceso a recursos e ingresos. La EIPA tiene 4 áreas de trabajo: el impulso de emprendimientos productivos y comerciales relacionados con la apicultura y meliponicultura, el fortalecimiento de los liderazgos colectivos y la organización comunitaria; el desarrollo de habilidades para una institucionalidad inclusiva y la comunicación.
La presencia de las mujeres es fundamental también en los territorios rurales. Como sucede en otros ámbitos, su trabajo está invisibilizado, no se valora y se da por sentado. Para el CCMSS es importante reconocer ese trabajo y hacerlo con derechos que puedan ejercer de manera efectiva: a participar en la toma de decisiones de sus territorios, a la remuneración justa por las actividades que llevan a cabo y al acceso a oportunidades para acceder a programas que les permitan contar con ingresos y tener certidumbre en sus medios de vida.
Leticia Sánchez tuvo siempre la inquietud de participar en la mesa directiva del ejido San Miguel Tenextepec, ubicado en la cuenca de Amanalco-Valle de Bravo, y dicha oportunidad se materializó en el año 2017. Ahora reconoce que es muy diferente estar del lado de las personas que ejecutan las decisiones que la Asamblea toma.
Beatriz Pedraza Marcos, del ejido San Jerónimo, en el municipio de Amanalco de Becerra, Estado de México, se convirtió en ejidataria hace ocho años, gracias a que su madre le cedió los derechos ejidales. Esto le permitió involucrarse de lleno en las actividades del ejido hasta convertirse, hace cinco meses, en la presidenta del comisariado ejidal.
Referencias:
RAN. (2021). Programa Estratégico del Registro Agrario Nacional 2021-2024. Recuperado de: https://www.gob.mx/ran/documentos/programa-estrategico-del-registro-agrario-nacional-2021-2024.
Vázquez, V. (2015). Manejo forestal comunitario, gobernanza y género en Hidalgo, México. Revista Mexicana de Sociología 77, núm. 4. UNAM. 611-635