4 julio, 2019, Por: CCMSS
En los pasados 30 años, cuatro sectores económicos han crecido más allá de las necesidades de las poblaciones de la Península de Yucatán: inmobiliario, turístico, agroindustrial y energético. Su expansión responde a los intereses de las empresas que los lideran y se opone tanto a la reproducción y mantenimiento de la base de recursos naturales en la región como a la calidad de vida de sus habitantes, dieron a conocer Geocomunes y el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, A. C. (CCMSS).
El CCMSS y Geocomunes presentaron una herramienta de visualización cartográfica en línea que permite analizar la magnitud del problema que enfrentan los territorios de la Península de Yucatán y sus habitantes. Este visualizador permite observar las interacciones entre distintos megaproyectos, y el avance paulatino de los mismos sobre los ecosistemas y territorios indígenas y campesinos de la región.
Utiliza la herramienta de geovisualización de megaproyectos ne la Península de Yucatán aquí
Los impactos socio-ambientales en la Península estuvieron anteriormente motivados por ciertos polos de desarrollo, como fue el caso de Cancún, Quintana Roo, o Ciudad del Carmen, Campeche. Actualmente, los megaproyectos y un conjunto de políticas públicas relacionadas con la propiedad social de la tierra y el fomento a la producción en el campo están provocando un proceso generalizado de des-ruralización que atenta contra la permanencia de las comunidades campesinas mayas y la salud de ecosistemas únicos.
“Esta herramienta se encuentra albergada en las páginas del Consejo www.6k4.b95.myftpupload.com y de Geocomunes (www.geocomunes.org) y está a disposición de toda la ciudadanía. Esperamos que sea útil para investigadores, activistas y comunidades campesinas e indígenas para fortalecer sus procesos de defensa del territorio. El Consejo tiene 25 años trabajando con las comunidades para fortalecer sus procesos organizativos y sus estrategias de apropiación territoriales a través del manejo sostenible de la tierra. Hoy, nuestro trabajo inevitablemente abarca también el apoyar los procesos de defensa de los territorios comunes”, mencionó Sergio Madrid, director ejecutivo del CCMSS.
El visualizador muestra que cuando la inversión en un sector deja de ser rentable, el capital transita hacia otros sectores. Así ocurrió cuando la crisis del sector agrícola (madera, chicle y henequén) redirigió las inversiones hacia el turismo y a la agroindustria de la soya transgénica, el sorgo y la palma de aceite.
Presentes en la reunión, voceros y voceras de comunidades mayas de Yucatán y Quintana Roo explicaron que esta lógica de inversión violenta y destruye su forma de vida y la base de los recursos naturales que la sustentan, obligándolos a desarrollar estrategias de defensa y protección de sus tierras y territorios, y de seguridad comunitaria: “Soy un hombre maya, habitante del territorio maya de Quintana Roo y quiero externar la gran preocupación que vivimos ante las amenazas a nuestro territorio. Diferentes proyectos despojan a nuestros pueblos, no solo de los territorios y de los recursos naturales, sino también de nuestras propias identidades como pueblos originarios. Estas amenazas nos llevan a tomar decisiones juntos, a reflexionar sobre lo que queremos. A organizarnos, defender y luchar por lo que nos han heredado nuestros abuelos y abuelas mayas que es un legado, una mirada distinta de la vida, que tenemos que defender de manera colectiva. Las formas de vida de los pueblos mayas nos permiten vivir de manera armoniosa con nuestro entorno y los megaproyectos que se imponen nos arrebatan esta forma de vida”, comentó Ángel Sulub, de Centro comunitario U Kuuchil K Chibalom, de Carrillo Puerto, Quintana Roo.
El gran capital aumenta sus ganancias moviéndose de un sector a otro, adecuando el territorio a sus necesidades y afectando las dinámicas sociales a través de ingenierías del conflico que permitan el acaparamiento de la riqueza. Todas estas transformaciones involucran la inversión y establecimiento de nueva infraestructura de transporte, energética y habitacional. El conjunto de estas adecuaciones, obras y planes configura un mismo megaproyecto que se expande por toda la península.
Cada parte de este proyecto a gran escala encuentra sustento en las leyes, instituciones y políticas de Estado. El primer ciclo de expansión urbana fue posible gracias a la incorporación del suelo ejidal al desarrollo urbano impulsado por la Ley Agraria de 1992 y la Ley General de Asentamientos Humanos (LGAH) de 1993. La nueva LGAH de 2016 ha favorecido un segundo ciclo de expansión urbana, de naturaleza vertical, con base en el modelo de ciudad compacta.
El turismo fue favorecido a partir de 1974 con la creación del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y la Secretaría de Turismo en 1975, pero fundamentalmente, por la creación del Centro Integralmente Planeado de Cancún. Un segundo ciclo expansivo se consolidó a partir de la creación del Corredor Turístico de la Riviera Maya en 2000.
La reforma del sector eléctrico en 1993 que permitió la generación privada de energía eléctrica impulsó una primera expansión de la capacidad de generación; veinte años después, la Reforma Energética de 2013 y principalmente la subasta eléctrica de 2016 impulsan el auge de la producción de energía renovable en manos de la inversión extranjera.
“Los megaproyectos eólicos y fotovoltaicos han llegado a instalarse en las tierras de propiedad ejidal, ocupan miles de hectáreas para la generación industrial de energía. El territorio donde se han empezado a construir es maya, es nuestro; nosotros hemos conservado nuestra selva baja como el hogar de muchos animales, para que las abejas recolecten la miel de las flores, para que las aves las llenen de semillas y de su cantos y para que los cenotes conserven la pureza de sus aguas. Lamentablemente, con la llegada de estas actividades a las que llaman desarrollo, nos arrebatan la tierra, nos engañan, nos acosa la inseguridad y nos persigue la pérdida de nuestra lengua y cultura”, afirmó Pedro Uc, de Buctzotz, Yucatán.
Complementariamente, la privatización de ingenios azucareros de 1988 contrajo la producción agroindustrial hasta 2001, cuando fueron expropiados por el Estado. Un nuevo ciclo agroindustrial inició en 2011, con la creación del Proyecto Transversal Trópico Húmedo y el fomento a cultivos agroindustriales como la soya transgénica, que inició en ese año su fase experimental y que hasta el presente se cobró más de la mitad de los terrenos forestales del municipio de Hopelchén, Campeche. También se cuenta con el Proyecto estratégico de palma de aceite de 2016.
“Este tipo de proyectos están poniendo en peligro la vida del pueblo maya. Hay una fuerte tendencia a que la violencia en la zona norte de Quintana Roo llegue a los pueblos. Hay grupos delictivos, narcotráfico y los feminicidios han aumentado también. La violencia cada día está más cerca. Además de eso, los campesinos que vivieron durante varios años en la zona hotelera decidieron regresar porque no era una buena vida la que tenían pero ahora la tierra no produce. No quieren regresar a los hoteles, quieren vivir aquí, pero no hay agua y la tierra no da. Los proyectos no están pensando en la vida de nuestro pueblo campesino, que tiene fuerte relación con la selva, el campo. Todos los proyectos vienen de afuera, ninguno es para fortalecer a las comunidades. Por ejemplo la producción de renovables, ¿para quién es esa energía? Aquí el recibo de la luz es muy alto. Todo es para la zona turística. Este desarrollo simulado ha dividido a las comunidades. Hay quien dice que hay que vender. En Bacalar, por ejemplo, hay un crecimiento horrible, la identidad se está perdiendo. Cada día hay más gente de afuera, se está volviendo un nuevo Playa del Carmen. Solo con la idea del tren se está vendiendo y encareciendo nuestro territorio. Esto no lo toma en cuenta el gobierno. Este desarrollo mercantiliza nuestra identidad y nuestra cultura. Dicen que debemos sentirnos honrados porque visten nuestros bordados, nos admiran, pero no es cierto, no nos dignifica, nos vuelve objeto de comercio. En las ciudades somos las personas que sirven, ese es el tipo de trabajo que tenemos, no hay calidad de vida. Son ciudades para extranjeros no para nosotros, y eso se está agravando con la idea del tren”, explicó Wilma Esquivel Pat, vicepresidenta del Centro Comunitario U Kuuchil K Chibalom y habitante de Carrillo Puerto, Quintana Roo.
La dinámica conjunta de los cuatro sectores contemplados en el geovisualizador requiere de una infraestructura de comunicaciones y transporte consolidada y diversa, que otorga coherencia territorial a este conjunto de proyectos de inversión. El turismo, la expansión urbana, el agronegocio y la industria son articulados por autopistas, ferrocarriles, puertos y aeropuertos que facilitan el traslado de combustibles, personas y mercancías. A su vez los gasoductos y las líneas de transmisión eléctrica transportan la energía necesaria para el funcionamiento de estos sectores. La construcción de cada nuevo proyecto es precedida por una expansión previa de la infraestructura de transporte de personas, mercancías y energía.
“El Tren Maya expresa un nuevo impulso a la expansión urbana, turística, agroindustrial e industrial. Constituye un freno a la expansión del proyecto vial de la península de Yucatán, y al mismo tiempo la continuación de la consolidación de los corredores troncales proyectados desde 2006: el corredor México-Puebla-Progreso y el Peninsular de Yucatán. Por un lado, la ampliación de la oferta de transporte turístico y la creación de polos de desarrollo inmobiliario en cada estación fomentarán la expansión del tsunami turístico-inmobiliario hacia nuevos territorios. Por otro, el tren de carga asociado al proyecto turístico del Tren Maya, expandirá e intensificará el modelo actual de agroindustria exportadora”, concluyó Adrián Flores, investigador de Geocomunes.