22 noviembre, 2018, Por: Gerardo Suárez
En México existen más de 900 empresas forestales comunitarias que mediante el manejo y aprovechamiento de sus bosques y selvas generan empleos e ingresos para los miembros de sus comunidades. En la mayoría de los ejidos y comunidades que gestionan sus bosques, la venta de la madera es su principal fuente de ingresos.
Hay casos emblemáticos de empresas forestales comunitarias que tienen mucho eco y renombre por la buena gestión de sus recursos forestales y los niveles de desarrollo que han alcanzado, como Ixtlán de Juárez, Oaxaca; el Ejido El Largo, en Chihuahua; El Salto, en Durango; pero hay otros cientos de ejidos y comunidades que han alcanzado grandes avances en el manejo y conservación de sus bosques y selvas, y que no tienen tanta visibilidad, tal es el caso de la Comunidad de San Pablo Macuiltianguis, ubicada en la Sierra Norte de Juárez, en el estado de Oaxaca.
Esta comunidad zapoteca se considera a sí misma como forestal. Los recursos que obtienen a partir del aprovechamiento forestal son la base del sustento de las familias que la integran. “Sin el bosque no habría comunidad”, resalta Humberto Mayoral García, presidente del consejo de vigilancia de Macuiltianguis.
Comenta que en el año de 1983 un incendio consumió más de 3 mil hectáreas de su bosque, lo que representa casi el 50 por ciento de la cobertura forestal de la comunidad. Pero gracias a la organización de la gente, el bosque se pudo recuperar y hoy en día ya no quedan rastros de aquel terrible incendio.
“La gente valora mucho al bosque por todos los beneficios que les brinda: trabajo, ingresos, agua, aire fresco, frutos, plantas, hongos; por eso todos participan en las labores de manejo”. Humberto añade que los comuneros están obligados a participar en los tequios para reforestar, hacer podas, aclareos, brechas cortafuego, limpieza y vigilancia.
La comunidad de San Pablo Macuiltianguis cuenta con una superficie de 9 mil hectáreas, de las cuales 4 mil 523 se encuentran incorporadas a su programa de manejo y aprovechamiento forestal. Esta comunidad cuenta con un bosque joven, regenerado luego de un gran incendio ocurrido en el 83, y “está en muy buenas condiciones, pero es muy costoso darle mantenimiento“.
Eulogio Orlando Ruiz Martínez, asesor técnico, indica que la comunidad invierte, en promedio, 7 mil pesos por hectárea en los trabajos de mantenimiento y conservación del bosque. Todos estos recursos los aporta la empresa forestal comunitaria.
Aproximadamente un 70 por ciento de las utilidades que se obtienen por la comercialización de la madera se reinvierten en el bosque.
Esta comunidad, como muchas otras que cuentan con bosque, coadyuva a la generación de servicios ambientales de calidad que son indispensables para toda la sociedad, pero de los cuales solo se hacen responsables los comuneros. “Es necesario que se generen mejores incentivos para que las comunidades sigan manejando y conservando sus boques, es por el bien de todos”, añade el técnico forestal.
Debido a la falta de oportunidades de empleo en Macuiltianguis en décadas pasadas, la gente del pueblo se vio obligada a emigrar, muchos se fueron a Estados Unidos, otros a la Ciudad de México, Estado de México y la ciudad de Oaxaca.
Uno de los que tuvo que dejar su comunidad fue el actual consejo de vigilancia, Humberto Mayoral. Se fue a Los Ángeles, California, porque sus padres ya radicaban allá y lo pudieron pasar. En Estados Unidos estudió la universidad y se graduó como arquitecto. Hasta hace cuatro años decidió regresar a su comunidad de origen. “Extrañaba el pueblo, el ritmo de vida más tranquilo y rodeado del bosque. Acá en la comunidad ya hace falta gente para cubrir los puestos de trabajo que se generan con el aprovechamiento forestal, el aserradero y el centro ecoturístico con los que cuenta Macuiltianguis”, comenta.
Es importante mencionar que hasta mediados de la década de los ochenta, los bosques se concesionaban a empresas paraestatales y privadas; las comunidades, legitimas dueñas de los territorios y los recursos no podían aprovechar ni manejar sus bosques. Luego de la movilización, precisamente de las comunidades de la Sierra Juárez de Oaxaca –Macuiltianguis jugó un importante papel en el movimiento-, fue que se logró revocar los decretos presidenciales de concesión de los bosques y en la Ley forestal de 1986 se reconoció el derecho de los legítimos dueños a manejar sus recursos forestales.
Primero, la gente migro por falta de empleo, porque hasta antes de los años ochenta el bosque era concesionado por el gobierno a la empresa paraestatal, Papelera Tuxtepec. “La gente de la comunidad no podía hacer el aprovechamiento y no se recibía compensación económica por aprovechar los recursos. Luego, cuando las comunidades recobraron el control de los procesos productivos de sus bosques, se comenzaron a generar empleos, y ahora en Macuiltianguis tenemos escasez de personal, la gente se fue y muchos ya no regresaron. Tenemos que invitar a trabajar a personas de las comunidades vecinas para poder hacer los trabajos”, explica Humberto.
En la comunidad actualmente están activos 112 de los 300 comuneros que integran el padrón, muchos están fuera de la comunidad o son personas mayores que ya no pueden participar.
A pesar de la falta de personal, la comunidad se ha dado a la tarea de diversificar sus actividades productivas para garantizar la prestación de servicios sociales en la comunidad, como atención médica, mantenimiento de escuelas, instalaciones deportivas, servicio de internet, apoyo económico para personas de la tercera edad y niños y jóvenes estudiantes.
Se destina aproximadamente el 30 por ciento de las utilidades de las empresas comunitarias de la comunidad a obras y servicios sociales. “Tenemos mucho respeto por la comunidad, todos tenemos que asumir algún cargo en al menos dos periodos. Aunque asumir un cargo como parte de comisariado de bienes comunales representa un gasto de recursos y dedicarte de tiempo completo a las actividades y sin remuneración, la gente lo hace con gusto, es como una tradición y debe respetarse. Incluso cuando la gente está fuera y viene de visita al pueblo pueden asignarle un cargo y se quedan a desempeñarlo”.
Los cargos en la comunidad tienen una duración de un año o año y medio, y muchas veces se ve afectada la economía de las personas que están en funciones porque no reciben un salario y porque no pueden dedicarse a otra cosa. Tienen que dejar sus empleos y desatender sus cultivos o ganado. “Pero, así como todos disfrutamos de los beneficios del aprovechamiento forestal, todos están comprometidos a participar en las tareas y cargos”, indica el presidente del consejo de vigilancia de San Pablo Macuiltianguis.
El relevo constante en los puestos de representación de la comunidad y en los puestos directivos de la empresa en ocasiones genera algunos problemas para asegurar la continuidad de los proyectos productivos, sin embargo esta rotación ha permitido que la gran mayoría de los comuneros estén enterados de las dificultades de procesos productivos y admnistrativos y puedan exigir la transparencia y rendición de cuentas. En el caso del aprovechamiento forestal, la certificación bajo el estándar del FSC, le ha servido a la comunidad para tener en orden toda la documentación, lograr mayor control de la operación de extracción y comercialización, así afecta menos el relevo de autoridades.
Por otra parte, con respecto a la falta de personal en Macuiltianguis para las actividades de aprovechamiento, comenzaron a trabajar en un programa de integración de jóvenes de la comunidad. “En los periodos vacacionales se les invita a trabajar en el monte para que se familiaricen con las actividades y tengan un ingreso. La respuesta ha sido positiva y varios de los muchachos ya están planeando estudiar algo relacionado con el bosque”.