Durante años ha habido una lógica distorsionada en la asignación de subsidios y presupuesto para los pequeños campesinos. En vez de verlos como productores, se les ha visto como pobres, entonces los apoyos que se les dan son asistenciales y no productivos, explica en este video Héctor Robles, profesor de la UAM Xochimilco y miembro de la red Valor al campesino.
Es por esta razón que el rubro del presupuesto del sector que durante años más creció fue el de la vertiente social. La decisión de ver a los productores como pobres generó otros dos fenómenos alrededor del presupuesto, explica Robles: la captura del presupuesto productivo por parte de los grandes productores que tenían importantes capacidades de gestión y posibilidades de negociar directamente con los funcionarios y la “intermediación” o “bajalanismo” que también obstaculizaba que los apoyos llegaran de manera directa a los pequeños.
Es por esto que desde espacios como Subsidios al campo, Valor al campesino y la academia se ha planteado que no es necesario más presupuesto, que lo que hace falta es cambiar la orientación de la política pública y de la asignación de recursos.
Otro tema importante que se debe considerar en el tema presupuestal es el de los usos del suelo. La política para el campo no se puede enfocar exclusiva o principalmente en aspectos agrícolas, porque la vocación del territorio mexicano es forestal y gran parte de los territorios forestales pertenecen a ejidos y comunidades a los cuales se les ha ido quitando el apoyo y en general se les da poca importancia por parte de la política pública, explica Héctor Robles Berlanga en este video.
Las cifras al respecto son claras: el territorio nacional cuenta con alrededor de 195 millones de hectáreas, de las que alrededor de 32 millones son cultivables, en tanto que la superficie forestal es de 65 millones de hectáreas.