Autores: Leticia Merino Pérez, Francisco García López
Año de publicación: 2024
País: México
Idiomas: Español
Editorial: CCMSS AC
En un país donde entre enero y junio de 2024, habían ocurrido 5,837 incendios forestales y donde el fuego había afectado a 619,762 hectáreas de bosques y selvas (Conafor, 2024), ¿por qué atender al incendio del bosque de Capulalpam? Este hecho demanda la mayor visibilidad porque Capulálpam es hoy una “frontera” entre el extractivismo globalizado que recrea las violencias históricas, entre la minería de oro en que se basa el capitalismo financiarizado por un lado, y por el otro, la conservación, el uso sustentable de la naturaleza, la democracia comunitaria y la gobernanza basada en el compromiso y la confianza.
La “frontera” entre un supuesto desarrollo que genera el despojo de los pueblos y la destrucción de los bienes comunes, un supuesto desarrollo que no es sino una gigantesca acumulación de la riqueza en manos del menos del 1% de la población del mundo[1], a costa de la miseria y desgracia de muchos. Así, el llamado “maldesarrollo” (Svampa, 2016) que las corporaciones mineras promueven como panacea, se expresa claramente en la prevalencia de la pobreza y la pobreza extrema en los principales municipios en niveles mayores que los del promedio del país (Azamar y Olivera, 2021). Es también ilustrativo que en el municipio minero de Natividad, no sólo la pobreza es también mayor al promedio nacional, sino que sus niveles de pobreza, rezago social y marginación son mucho mayores que los de Capulálpam.
Capulálpam está en la “frontera”[2] entre los responsables del cambio ambiental global (Rockstrom, et.al., 2009), de la codiciosa destrucción de la ecología de la Tierra en favor de un pequeño número de corporaciones transnacionales (Dauvergne, 2018), y quienes con recursos económicos limitados y fuerte cohesión comunitaria[3], apuestan al respeto y compromiso con los bosques, el agua y la vida. En la frontera entre la violencia extendida en México, exacerbada en las regiones mineras (Muñoz, Llano y Ruiz; 2022), y comunidades excepcionales que han logrado mantener la paz, de las que el país requiere aprender.
[1] Oxfam estima que el 1% más rico de la población mundial acapara casi dos tercerras partes de la riqueza global generada entre diciembre de 2019 y diciembre de 2021, los años de la pandemia por COVID-19, estimada en 42 billones de dólares (OXFAM, 2023).
[2] Utilizamos el término “frontera” en el sentido de límite y confrontación entre economías, formas de vida, valores y poderes diametralmente opuestos, y a menudo conflictivos.
[3] En oposición a la perspectiva que busca dar valores de mercado a la naturaleza y a las relaciones sociales, se ha optado por hablar de cohesión comunitaria y confianza, y no de “capital social”, así mismo se propone prescindir del término de “capital natural”.