11 octubre, 2021, Por: Gerardo Suárez
La aplicación excesiva de agroquímicos y las prácticas de surcado y labranza de la tierra realizadas para la producción de papa, así como una mala gestión de las aguas residuales de los centros urbanos deterioran la calidad del agua y ponen en riesgo la salud de los habitantes, revela una investigación recientemente publicada por el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.
La Cuenca de Amanalco-Valle de Bravo tiene un papel relevante en el abastecimiento de agua potable de varias ciudades. De hecho, es una fuente importante de agua de la Ciudad de México, ya que sus ríos desembocan en la presa Valle de Bravo que alimenta al Sistema Cutzamala, mismo que aporta un 30% del agua que se consume en la capital del país. Sin embargo, la presa de Valle de Bravo sufre de un proceso de eutrofización causado por las altas concentraciones de nutrientes (por el acarreo de fertilizantes químicos) que llegan a ella a través de los ríos. Este proceso provoca florecimientos periódicos de algas y cianobacterias que enturbian el agua, aumentan los costos de potabilización del agua y en ocasiones la calidad del agua ha llegado a tan bajos niveles que se ha tenido que cerrar el uso recreativo de la presa.
Asimismo, las altas concentraciones de sedimentos que llegan a la presa y son conducidos por los tubos y canales del Cutzamala hasta la Planta Potabilizadora Los Berros, aumentan los costos de funcionamiento del sistema y, por lo tanto, los costos de la provisión de agua a las grandes urbes (Ciudad de México y Toluca) del centro del país.
Luego de monitorear durante 21 meses, de abril de 2018 a diciembre de 2019, 34 puntos de la Cuenca Amanalco-Valle de Bravo, registrando los parámetros físicos, químicos y bacteriológicos del agua, se pudieron entender los impactos de los diferentes usos del suelo (urbano, forestal, forestal ribereño y agrícola) y de distintos sistemas agrícolas en la calidad del agua.
Los resultados de la investigación de Evaluación de los impactos del uso del suelo en la calidad del agua y el papel de las soluciones basadas en la naturaleza: un estudio de ciencia ciudadana demuestran que las concentraciones de la bacteria E. coli, nitratos, fosfato total, nitrógeno total y partículas solidas totales fueron mayores a los niveles de referencia recomendados en la mayoría de los arroyos monitoreados.
A través de un análisis de coeficiente de correlación de Pearson de los datos levantados durante los 21 meses de monitoreo se halló “una fuerte relación entre la contaminación del agua y los usos del suelo urbano y agrícola, en el que se destaca un alto impacto del cultivo de papa en la cuenca, debido a un uso intensivo de agroquímicos y prácticas de labranza que favorecen el proceso de erosión del suelo y la contaminación de los cuerpos de agua.”
El documento apunta que “la presencia de altas concentraciones de E. coli en algunas regiones cercanas a centros urbanos pueden ser potencialmente dañinas para la población si se ingiere o se tiene constante contacto con esa agua contaminada, pues puede ocasionar enfermedades gastrointestinales y problemas renales”. Especialmente, se encontraron muy altas concentraciones de E. coli y nutrientes en el río Amanalco después de la descarga de la planta de tratamiento de aguas residuales, confirmando que es una infraestructura que no contribuye al saneamiento y que existe una necesidad de buscar alternativas para el tratamiento de aguas residuales como son los humedales artificiales u otras tecnologías basadas en la naturaleza con menor costo y con mayor participación de las comunidades.
Por otra parte, el estudio muestra que en las microcuencas con mayor superficie total forestal y con mayor porcentaje de cobertura vegetal en las áreas ribereñas hay una mejor calidad del agua. Especialmente se encontró una correlación entre superficie forestal y porcentaje de cobertura de vegetación riparia y menores concentraciones de nitratos, fosfatos y E. coli. Esto valida el potencial de la restauración de las zonas forestales y de la vegetación riparia como una solución basada en la naturaleza para la regulación de la calidad del agua.
Dependiendo del tipo de cultivo y del sistema de producción es el nivel de contaminación provocada en el agua. Por ejemplo, en microcuencas con mayor superficie de sistemas tradicionales de cultivo de maíz la calidad del agua fue mejor, es decir, se registraron niveles menores de los contaminantes monitoreados, en comparación con los registros de las zonas cercanas a cultivos de papa, en los que se emplea una gran cantidad de agroquímicos.
El cultivo industrial de papa es realizado por intermediarios que rentan las parcelas a precios bajos a los campesinos que enfrentan una necesidad de flujo de recursos. El tipo de prácticas que utilizan no considera el cuidado del suelo y el agua; al contrario, provoca erosión de suelos, genera arrastre de sedimentos hacia los manantiales y arroyos que son utilizados por las comunidades y genera basura por los contenedores de los agroquímicos.
En primera instancia, tiene un impacto negativo en las comunidades y sus recursos naturales. La investigación realizada registró altos niveles de nitratos y nitritos, así como niveles bajos de alcalinidad y de oxigenación del agua en las microcuencas con mayor superficie de cultivos de papa. Por ello, “es fundamental regular y controlar la expansión del cultivo de papa en la región, sobre todo por las prácticas nocivas de uso excesivo de agroquímicos y de labrado que acelera los procesos de erosión del suelo”.
El estudio plantea la necesidad de “trabajar con los productores locales para evitar que renten sus tierras y promover el uso de sistemas agrícolas orgánicos más amigables con el medio ambiente”. Con una producción orgánica se podrían abrir canales de mercado en Valle de Bravo para obtener un mejor precio por las cosechas y causando un menor impacto ambiental. En el mediano plazo, sugiere el documento, se podrían conformar cooperativas de productores orgánicos de papa y otros cultivos. De hecho, existen ya algunas iniciativas locales de grupos de productores que están haciendo importantes esfuerzos por implementar mejores prácticas de manejo y tratar de colocar sus productos en los mercados regionales.
Asimismo, la investigación sugiere la necesidad de restaurar la vegetación riparia para proteger los cauces de los arroyos e impedir la contaminación del agua, ya que esta vegetación realiza funciones de retención de sedimentos y filtrado de nutrientes y otros contaminantes provenientes de las zonas agrícolas. Con esta medida se mejora la calidad del agua, se reducen los riesgos a la salud humana al impedir la ingesta de sustancias tóxicas y bajan los costos derivados de los procesos de purificación y tratamiento del agua para consumo humano.
La investigación, en la que también participaron habitantes de la cuenca y voluntarios que fueron capacitados sobre la metodología del estudio y la importancia del manejo sustentable de la cuenca, plantea la necesidad de implementar mejores prácticas de manejo de la tierra para garantizar la salud de las comunidades y la calidad del agua.
Una de las mejores medidas para asegurar una buena calidad del agua en la cuenca es la promoción e inversión en el manejo forestal comunitario orientado al aprovechamiento legal y sostenible de la madera, a la vigilancia y cuidado del bosque y al ecoturismo, que permite a los dueños de la tierra obtener recursos económicos y garantizar la conservación del área forestal para asegurar una mejor calidad del agua.
Para lograr mantener e incrementar esas iniciativas, es necesario formular e implementar políticas públicas e instrumentos económicos como el pago por servicios ambientales para promover mejores prácticas de producción agrícola, reducir el uso de agroquímicos y la conservación y aprovechamiento sostenible de los bosques.
Las investigaciones científicas con participación ciudadana son una herramienta para concientizar a la población sobre la calidad del agua y las soluciones basadas en la naturaleza a los problemas de contaminación, además son un instrumento apropiado para la gestión participativa de las cuencas.