11 abril, 2022, Por: CCMSS
En el caso de la resina de pino, materia prima que tiene múltiples aplicaciones en un sinnúmero de industrias -de productos de limpieza, pinturas e industria refresquera-, el precio es muy volátil y las y los productores son los más afectados, ya que no tienen certeza sobre sus ingresos.
Cuando el precio de la resina es bueno, por encima de los 20 o 25 pesos por kilo, se puede vivir de esta actividad, pero cuando baja de este rango ya no es rentable destinarle tanto trabajo. Aunque la demanda de resina de pino es alta, las importaciones del producto de otros países como China o la sustitución del producto por algún derivado del petróleo dañan mucho al mercado interno y principalmente a los productores, explica Abel Tello, presidente de la industria procesadora de resina Lázaro Cárdenas de la Asociación Rural de Interés Colectivo (ARIC).
Esta organización agremia a más de 27 ejidos del municipio de Ciudad Hidalgo, Michoacán, que es el principal estado productor de resina del país, con más del 90 por ciento del volumen total. La ARIC decidió reactivar su destiladora de resina para acopiar la producción del municipio, transformarla y generar valor agregado para hacer frente al intermediarismo y dar mayor certeza a quienes producen la resina: familias campesinas de los ejidos y comunidades.
El profesor Abel Tello detalla que en la planta destiladora de resina de la organización se pueden procesar más de 2 mil toneladas del producto al año, para obtener brea y aguarrás y con la venta de estos productos se podrán ofrecer mejores precios a los productores, garantizar la compra de todo su producto y ofrecerles otros beneficios como asistencia técnica, insumos a menor costo y otras compensaciones económicas.
En el estado de Michoacán hay más de 115 mil hectáreas de bosques y plantaciones forestales bajo manejo para la extracción de resina, de las cuales el 75% son propiedad de ejidos y comunicades indígenas. Esta actividad tiene una gran importancia económica para más de 10 mil familias en el estado.
Juan Manuel Barrera, especialista en manejo forestal comunitario, resalta que impulsar a la industria resinera con un enfoque social tiene un doble beneficio, por un lado, contribuye a mejorar significativamente los ingresos de las familias que habitan en las regiones forestales con vocación resinera y contribuye de manera determinante en la conservación de los bosques. “Cuando el bosque le genera ingresos a la gente hacen todo lo posible por mantenerlos en pie: realizan actividades de reforestación, vigilancia, prevención de incendios y combate de plagas.”
Añade que “en las regiones resineras se ha logrado mitigar la expansión de las huertas de aguacate que están sustituyendo grandes superficies de bosque del estado de forma acelerada.”
La conservación activa de los bosques michoacanos es fundamental no solo para los habitantes de la región, ya que la sociedad michoacana se beneficia de los servicios ambientales que les proveen como la captura de carbono, el acceso a productos forestales maderables y no maderables y la recarga de acuíferos.
Ciudades como Uruapan y Zitácuaro, en Michoacán, otras ciudades del Estado de México y la capital del país complementan su abastecimiento de agua a través del sistema Cutzamala y gracias al manejo de los bosques que realizan entre otros actores, los resineros de Michoacán.
La planta destiladora de resina Lázaro Cárdenas de la ARIC comenzó a operar en 2006 con excelentes resultados y muy buenos beneficios para sus socios; sin embargo, por problemas en la administración se fue diluyendo el proyecto y la planta quedó parada en 2013. Esto generó desconfianza entre los socios, quienes decidieron comercializar su producto de forma independiente.
Luego de más de dos años de gestiones, los comisariados ejidales y representantes de los ejidos que integran la organización decidieron reactivar este proyecto, que tiene una gran importancia para la economía de las familias. “lo más complicado, resalta Abel Tello, ha sido recuperar la confianza de las personas, porque mucha gente terminó muy desilusionada y no quieren que esto se repita.”
Plantea que “hemos aprendido de estos errores y podremos en marcha prácticas de transparencia, de rendición de cuentas y las decisiones se tomarán en asamblea. Para que este proyecto funcione se requiere de la participación de todos los socios para capitalizar el proyecto, rehabilitar las instalaciones, generar insumos suficientes para que la planta trabaje y de esta forma generar valor agregado que le será devuelto a los productores.”
En enero de 2022 se reinauguró la planta destiladora de resina Lázaro Cárdenas, con apoyos de la CONAFOR y aportaciones de los 25 ejidos y las dos comunidades indígenas que integran la organización.
Rosa Isela Soto, administradora de la planta destiladora de resina e hija de una familia dedicada a la extracción de resina, coincide en que el proyecto de acopio y transformación de resina es muy importante para todas las familias resineras de Ciudad Hidalgo, porque “gracias al trabajo de mis padres en la resina pude estudiar mi licenciatura y ahora puedo trabajar en el proyecto. La venta de la resina es muy importante para la economía de las familias y del pueblo en general.
Este tipo de iniciativas productivas encaminadas hacia la transformación de la materia prima abren la puerta a los jóvenes que cuentan con estudios profesionales, “permite que nos quedemos en la comunidad y no tengamos que migrar a otras ciudades a buscar trabajo. Así ayudamos a nuestra propia gente,” añade Rosa Isela Soto.
Es complicado para los jóvenes y más para las mujeres lograr terminar sus estudios profesionales y encontrar un trabajo en las regiones rurales y forestales. Además, cuando hay iniciativas comunitarias no siempre se permite la participación de las mujeres y los jóvenes, pero parece que las cosas están cambiando en algunas regiones. Es complicado hacer estos cambios para las personas mayores, pero sí se puede y esto beneficia a todos.
El responsable de la producción en la planta destiladora, Jairo Santana Marín, un joven ingeniero industrial originario de Ciudad Hidalgo, apunta que abrirle las puertas a los jóvenes y las mujeres en las iniciativas productivas de los ejidos y comunidades permite incorporar nuevas visiones y conocimientos para contribuir a generar más valor.
Detalla que “es muy importante que los jóvenes que salen de sus comunidades a prepararse profesionalmente puedan regresar a aplicar lo que aprendieron, para que las familias no estén fragmentadas y se genere desarrollo local.”
Si logramos que este proyecto se consolide podremos diversificar la producción, generar más empleos y derrama económica en toda la región. Esta industria es muy noble porque genera beneficios sociales y ambientales.
La producción de resina en México se encuentra entre los principales productos no maderables consumidos en el país, junto con las gomas, las fibras, las ceras y la tierra de monte. Las resinas contribuyen con el 22.4% del volumen de producción forestal no maderable.
Michoacán es el estado que aporta el 93.5% de la producción de resina de pino en el país. En el 2018, último año del que se tiene registro, su producción fue de 22 mil 434 toneladas, seguido, muy por debajo, por el Estado de México, con 1,335 toneladas.
La producción de resina aporta valiosos recursos económicos a las regiones de donde se obtiene. Michoacán, el principal generador, obtuvo en el año 2018 una producción por un valor estimado de $437.4 millones de pesos, que representó el 44.3% del valor total de la producción de los recursos forestales no maderables (excluyendo al grupo de tierra de monte), lo que representa una notable fuente de ingresos y empleo para las comunidades dedicadas a esta actividad.
La hegemonía de Michoacán en la extracción y destilación de resina se debe, en gran medida, al impulso que le dio el general Lázaro Cárdenas. En la década de 1930, cuando Cárdenas era gobernador de ese estado, promovió una serie de reformas para acabar con la regulación porfirista de concesiones de bosques a empresas extranjeras.
Más tarde, como presidente, expidió una amplia regulación para proteger y conservar los bosques, que muchas veces incluyeron vedas u otro tipo de restricciones de aprovechamiento maderable, sobre todo en las regiones forestales más impactadas por las concesiones, especialmente en las regiones comprendidas por Michoacán y el Estado de México.
No obstante, la administración cardenista había previsto el diseño de algunos programas para impulsar la producción de resina entre las localidades y favorecer la economía local. Además de la conformación de cooperativas resineras integrada por los mismos habitantes de los ejidos y comunidades con el objetivo de compensar a las localidades que dependían de la madera.
Los usos de la resina de pino tienen varias y muy diversas aplicaciones en la industria. Al destilarse se obtienen dos compuestos: brea y aguarrás (también conocido como trementina) en un 70% y un 30% respectivamente.
Los precios de ambos compuestos actualmente alcanzan los $48 pesos por kilo para la brea y $89 pesos para el aguarrás. A partir de la brea se obtienen más de 50 productos como tintas, barnices, adhesivos, gomas, compuestos para refrescos, productos farmacéuticos, químicos, pinturas, lacas, antiderrapantes, cosméticos, entre otros. Por su parte, el aguarrás se utiliza en la producción de colorantes, disolventes, productos de limpieza y aromáticos, sellador de madera, insecticidas, fumigantes, desinfectantes, jabones, entre otros.
En Michoacán, actualmente 18 empresas destilan la resina de pino; 14 son de capital privado y cuatro son empresas sociales, de éstas últimas, la Resinera ARIC Lázaro Cárdenas, acaba de reactivarse en este año 2022, gracias a la labor de varias personas e instituciones interesadas en brindar empleos y mejores precios a los ejidos y comunidades de la región forestal de Ciudad Hidalgo a través del escalamiento en la cadena de valor.
Es necesario que las políticas públicas tanto federales como estatales valoren y apoyen la actividad resinera; se trata de un sector estratégico para conservar los bosques en una región forestal tan presionada -por el avance de la agroindustria del aguacate-; este apoyo tendría que asignar mayores recursos y buscar el incremento del área bajo manejo, fomentar la organización de los resineros y promover el establecimiento de nuevas empresas de procesamiento de resina de pino, además de buscar las alianzas entre estas para impulsar una oferta más consolidada que beneficie a las familias que dependen de esta actividad económica.