21 junio, 2017, Por: Gerardo Suárez
Comprar madera certificada es una forma de participar dentro de una cadena de valor consciente; una serie de eslabones que comienzan por una comunidad o ejido forestal, manejan y/o se benefician responsablemente de los recursos naturales que el bosque les provee. En esta cadena, la sustentabilidad juega un rol importante, ya que más allá de un criterio de producción, se trata de una garantía para toda la población de que se puede vivir en armonía con nuestros ecosistemas sin perjudicarlos.
En México, extraer madera del bosque a la vez que se regenera, es una actividad que durante años ha permitido a millones de personas del sector rural vivir de su territorio. Pero, para que esto hubiese sido posible, muchas de las comunidades forestales que compiten hoy en el mercado han tenido que elaborar un cuidadoso plan de manejo forestal sostenible, y luego poder certificar sus productos.
Dentro del país operan tres diferentes esquemas de certificación forestal (ATP, NMX 143, FSC), los cuales atienden a una serie de criterios ideales para que cada vez más bosques, de la mano de sus comunidades, sean sustentables. Dichos criterios varían según el organismo que los emite pero, a grandes rasgos, con esta certificación se comprometen a evaluar que las comunidades y ejidos:
De esta forma, al vender madera certificada, las comunidades y ejidos mexicanos ya no sólo apuestan al cuidado de la biodiversidad mexicana –de sus bosques, su fuente de ingresos– y a la generación de empleos para miles de familias del sector rural, también están apostando por un acceso a mucho mejores mercados, que permita a los productores nacionales tomar un papel relevante en la economía forestal mexicana.
Si bien México todavía no figura dentro de los países líderes en desarrollo rural y forestal, sí cuenta con dos importantes piezas que le encaminan hacía ese rubro: por un lado, el singular fenómeno que ocurre en el esquema de tenencia de la tierra, donde más de la mitad del territorio mexicano le pertenece a las comunidades y los ejidos, y un 80% del área forestal es también propiedad del sector social. Por el otro, encontramos que México juega un rol fundamental en cuanto a la certificación se refiere, ya que más de 2 millones de hectáreas del territorio han sido certificadas. También, se trata de uno de los países con mayor superficie de bosque certificada en Manejo Forestal dentro de los estándares internacionales FSC (Forest Stewardship Council) –más de 900 mil hectáreas–. De la mano de sus Empresas Forestales Comunitarias –ya sea en aserraderos o fábricas de muebles–, las comunidades forestales mexicanas han logrado consolidarse como grandes productores a nivel nacional.
En contraste con lo anterior, la aparición de una fuerte ilegalidad de madera en México, protagonizada por talas y compras irresponsables dentro del sector público y privado, atiende ya no solo a la falta de claridad en la tenencia de la tierra, de los derechos al territorio, o a la poca o sobre regulación que existe en el sector forestal mexicano, también atiende, en buena medida, a una clara falta de conciencia social a la hora de decidir comprar madera certificada, y con ello apoyar una economía local y nacional sólida.
Con el fin de incitar a que, tanto la empresa privada como las instituciones gubernamentales en México, se decidan hoy a comprar exclusivamente madera certificada, compartimos aquí una lista de comunidades y ejidos que ofrecen productos y servicios bajo los estándares de la certificación internacional FSC de Manejo Forestal y de Cadena de Custodia: