15 julio, 2020, Por: CCMSS
Las dificultades económicas derivadas de la pandemia por el Covid 19, que ya resentían las comunidades rurales de todo el país, se acrecentaron en la Sierra Sur y en las costas de Oaxaca con el sismo registrado en la costa oaxaqueña la mañana del 23 de junio. En esta región, las afectaciones por el sismo fueron muy severas para las comunidades rurales.
El Sistema Comunitario para la Biodiversidad (Sicobi) y el Grupo Autónomo para la Investigación Ambiental (GAIA), (esta ultima organización asociada al CCMSS) trabajan en la Sierra Sur de Oaxaca desde hace más de 20 años. Ellos lanzaron una solicitud de apoyo a las comunidades afectadas por el sismo.
Marco González, coordinador de GAIA, estima que alrededor de 656 casas fueron afectadas y quedaron inhabitables. “Los caminos también sufrieron daños. La ayuda del gobierno llegó para tratar de desbloquearlos, y para armar algunos albergues temporales en las canchas.” Sin embargo muchas comunidades quedaron incomunicadas, solo se puede llegar a ellas caminando o en helicóptero.”
Añade que “con la pandemia se habían cerrado varios accesos para proteger a las comunidades del virus, lo que acarreó que hubiera escasez de granos básicos, ahora con el sismo esta situación se agrava. Otro problema que puede presentarse es que a partir de las afectaciones que causó el sismo pueda presentarse el Covid en las comunidades. Los hospitales del estado como los de la ciudad de Oaxaca, Huatulco o Miahuatlán siguen en números rojos.”
Marco agrega que ante las dos emergencias que se han sumado es claro que “la atención inmediata debe estar centrada en la alimentación saludable, basada no en productos industrializados, sino en cereales y granos seguros, cuidando no liberar granos de otro tipo que después resulten más perjudiciales.” En segundo lugar, agrega “se debe reforzar la atención clínica y, sobre todo, contener el contagio a través de la prevención contra el Covid y en tercer lugar acelerar la reconstrucción de caminos y de vivienda.”
Sobre los proyectos que las comunidades llevan a cabo, resaltan el cultivo de café, la reconversión de parcelas a producción orgánica, el manejo silvícola y la atención a las plagas, que por el momento se han visto afectados en su ritmo normal, aunque si bien, no se han detenido sí han reducido su alcance.
En esta región también se lleva a cabo el proyecto ecoturístico conocido como El Camino de Copalita, que Marco describe como “un proyecto de conexión, de diálogo entre partes; donde gente de la ciudad se sumerge en una región para conocer distintas comunidades para entender cómo viven, de qué viven, qué hacen.” Dicha ruta por el momento se encuentra suspendida hasta que los semáforos lo permitan, mientras tanto trabajan en la restructuración de las medidas necesarias para evitar la diseminación del Covid 19 en las comunidades rurales.
En México, como en varios otros países, muchas personas han estado regresando a sus comunidades, en la mayoría de los casos esto se ha debido al desempleo y crisis económica que la cuarentena ha acarreado para muchos sectores. En Oaxaca se ha registrado el mismo fenómeno, Marco González menciona que “muchos migrantes han regresado a sus pueblos de origen y debemos ofrecerles opciones.” Una de las estrategias que el Sicobi está considerando tiene que ver con la creación de un programa emergente para la reconstrucción productiva, es decir, rehabilitar el campo para dar atención alimentaria por lo menos en lo básico para luego seguir ampliándose.
“En el Sicobi nos interesa que estos jóvenes que regresan a sus pueblos trabajen también en la reconstrucción productiva de las parcelas. Los grupos de jóvenes pueden desarrollar ciertas labores que se necesitan realizar de forma rápida para asegurar parcelas productivas todavía en este ciclo anual.”
En esta nueva realidad donde el virus estará en el ambiente por un rato, señala que “las líneas de mercado van a seguir débiles, por eso debemos empujar la producción de alimento, pero para adentro de las comunidades con el objetivo de lograr mayor seguridad en el futuro inmediato.”
Como parte de esta estrategia ante la doble emergencia, las comunidades agrupadas en el Sicobi también plantean la necesidad de generar una capacidad comunitaria de almacenamiento de granos. “Sicobi tiene pensado adquirir silos mediante donaciones que permitan el resguardo de granos.” González añade que “en el mediano plazo, tenemos que transitar hacia la autosuficiencia alimentaria, ¿cómo convertimos los sistemas de producción a sistemas locales que primero cubran el consumo interno? Debemos apostarle a una plataforma productiva diversa que asegure alimento sano, producido localmente y que asegure alimento para las comunidades para que no todo lo que produzcan sea para vender fuera y se cree escasez en las comunidades.”
La preocupación no es menor, el desabasto alimentario es una de las mayores preocupaciones de las poblaciones y de los gobiernos en cualquier momento. Ante la crisis sanitaria actual, aunado a las restricciones impuestas, las preocupaciones se fundamentan y es que a penas en abril del 2020, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó los resultados del informe Seguridad Alimentaria bajo la Pandemia de Covid 19, donde previene que la pandemia actual repercutirá en un incremento del hambre y la pobreza en las países de América Latina.[1]
Por eso recalca Marco “debemos hablar de la fertilidad de los suelos, ya que generalmente se le ve como un insumo externo, pero por eso estamos generando unidades de producción de microorganismos que permitan reactivar los patrones de fertilidad orgánica del campo para que se agregue lo menos posible de agentes externos a los suelos. Es parte de la misma estrategia de autosuficiencia alimentaria.”
Detalla que junto con las comunidades, van a seguir con las cadenas de valor que ya están estructuradas y en marcha para productos como café, miel y madera. “Necesitamos seguir buscando opciones de mercado, sobre todo mercados diferenciados, con un precio relacionado a su calidad. Todo esto a pesar de que la realidad nos muestra que los mercados se movieron todos, y de que ya no hay seguridad.”
González agrega que de parte del gobierno debería hacerse una revisión rápida de la situación del campo sobre esta nueva realidad. “Tenemos un campo que requiere inversiones clave para reactivarlo bajo estas nuevas circunstancias. Sembrando Vida resulta excluyente por cómo están formuladas sus reglas de operación, se requieren alternativas específicas para estos momentos y bajo este contexto. Las necesidades actuales, son muy diferentes a las de hace unos meses. Por ejemplo, una alternativa podrían ser los programas de empleo temporal para movilizar y reconstruir ciertas capacidades en las comunidades para que la producción pueda seguir. Si el plan DNIII pudiera tener estos rubros de inversión, la reconstrucción en la emergencia sería más consistente.”
En este escenario la producción debe verse a largo plazo, por eso Sicobi y GAIA proponen que primero se abastezcan las comunidades bajo una reconversión productiva que sea sustentable y eso, señala Marco, “no se logra en un año.”
Sobre las propuestas que podrían desarrollarse para reactivar la región, ya no solo por la cuarentena, sino por el sismo, Marco identifica que “debe haber fondos que permitan la creación de empleos para movilizar la producción, pero también apoyos financieros para invertir en dicha reactivación productiva.”
Sobre la parte de abasto, “esta va a tener que ser subsidiaria por el momento. Por ejemplo, una canasta básica subsidiaria de granos de calidad, mientras se empiezan a ver resultados de la producción orgánica en el campo, lo cual no es inmediato.”
Desafortunadamente -señala- el país tiene toda la parte productiva y de cadena de valor muy fragmentada. Por ejemplo, el sector silvícola está muy debilitado; la Conafor casi desaparece, tiene muy pocos recursos para inversión y la que hay, en términos proporcionales, no está reactivando cadenas de producción forestales. El subsidio público no necesariamente está integrando valor a las cadenas de mercado. Los servicios multifactoriales que se habían ganado o reconocido en el manejo comunitario del bosque no están siendo tomados en cuenta.
Agrega que “debería haber una reorientación de la política y de los dineros públicos para que de lo poco que tenemos de recursos, podamos seguir escalonando, teniendo una capacidad productiva mayor y sobre todo de encadenamiento de mercado que permita reactivar el campo. Si no, el otro escenario es comunidades que van a seguir dependiendo de los subsidios y eso es como apostarle a la pobreza.”
Como parte de las opciones para enfrentar la crisis en la región, el Sicobi y GAIA lanzaron a la sociedad una solicitud para apoyar con donativos a las comunidades afectadas y que puedan salir más rápidamente de la urgencia que creó el temblor recientemente. Los programas que se apoyarán con estos recursos son:
Estas tres áreas fueron identificadas como prioritarias y de un mayor alcance ante las afectaciones del sismo. Sicobi y GAIA informarán sobre cómo y en dónde se aplicarán los recursos o donaciones recibidas, así como los avances y logros alcanzados.
Si desean apoyar a las familias y comunidades afectadas por esta segunda emergencia que ocasionó el sismo del 23 de junio, en el cartel que ilustra esta nota viene toda la información.
[1] Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Informe Seguridad Alimentaria bajo la Pandemia de Covid 19. Abril 2020. http://www.fao.org/americas/noticias/ver/es/c/1272991/